Que, para ser más fuertes, debemos conservar los despojos
[Saavedra XCVII, 1640: 682]
El emblema que Giulio Segni dedicó a su colega Pompeo Vizani nos trae a la memoria este bello trabajo de nuestro Diego Saavedra. De nuevo la Clava y la Piel del León como tema central en la pictura del emblema, pero en esta ocasión se trata de una advertencia hacia el Príncipe: el vencedor se fortalece si sabe conservar los despojos, y se debilita cuando los regala. Fortior spoliis, "Fortalecido por los despojos". El propio Saavedra nos da la clave de este emblema en los preliminares de su glosa:
"Vencido el león supo Hércules gozar de la vitoria vistiéndose de su piel para sugetar mejor otros monstruos. Así los despojos de un vencimiento arman, i dejan más poderoso al vencedor, i así deven los Príncipes usar de las vitorias, aumentando sus fuerzas con las rendidas, i adelantando la grandeza de sus estados con los puestos ocupados. Todos los Reinos fueron pequeños en sus principios, después crecieron ocupando, i manteniendo. Las mismas causas, que justificaron la guerra, justifican la retención. Despojar, para restituyr, es imprudente, i costosa ligereza. No queda agradecido quien recibe oi lo que ayer le quitaron con sangre. Piensan los Príncipes comprar la paz con la restitución, i compran la guerra. Lo que ocuparon los haze temidos, lo que restituyen despreciados interpretándose a flaqueza, i quando arrepentidos, o provocados quieren recobrallo, hallan insuperables dificultades".
Según la tradición más extendida la piel de león, la leontée, típico atributo de Heracles junto con la Clava, procedía del león de Nemea, aunque según otras versiones se trataba de la piel de un león del Citerón. Vencido el león de Nemea, o de Cleonas, una enorme bestia de durísima piel, a prueba de hierro, bronce y piedra, Hércules consigue desollarlo utilizando las propias garras del animal, y sin tardanza se viste con esta piel invulnerable a modo de armadura, usando la cabeza como yelmo: "Se cubrió entonces con la piel del león, que, al ser muy grande, le envolvió todo el cuerpo, lo que le procuró una protección frente a los peligros que siguieron" (Diodoro Sículo IV, 11, 4. 2004: 46. Cf. Apolodoro II, 5, 1. Valerio Flaco I, 34). A partir de este momento siempre la llevará consigo. Durante su viaje a Eriteya, a bordo de una urna de bronce, se sirvió de esta piel para confeccionar una vela; en el desierto escita le protegió del frío y las tormentas; en el Tártaro le salvó de las embestidas que Cerbero le propinaba con su cola de púas, y en Salamina, la utilizó para envolver al recién nacido Áyax, hijo de su gran amigo Telamón, sosteniéndole entre sus brazos e implorando a su padre Zeus: "[...] hazle de cuerpo invulnerable, como esta piel me envuelve ahora a mí de aquella fiera que, cual primera de mis luchas, maté un día en Nemea" (Píndaro, Ístmicas VI, 47. Cf. Licofrón, Alejandra, 460).
Aun así, no siempre llevó Hércules su piel de león. En pugna contra el gigante Anteo sabemos que ambos se despojaron de sus pieles de león, en una lucha cuerpo a cuerpo. También se despojaba de ella en ciertos rituales, mudándola por "la túnica y el manto que solía usar en los sacrificios" (Apolodoro IV, 38, 1), y cuando intercambiaba, por diversión, sus ropas con Ónfale. La piel de león le cubría y protegía todo su cuerpo, tanto que en ocasiones era confundido con un león verdadero (como le ocurrió a Faetonte). En realidad el trasero del héroe era la única parte de su cuerpo que no quedaba cubierto por el despojo del león, y por eso se le había quemado a causa de las llamaradas que habían despedido por la boca Caco y el toro de Creta (lo cual había sido motivo de burla para los Cercopes).
Hércules supo conservar su trofeo, y éste le proporcionó una clara ventaja sobre sus rivales. Se lamenta a continuación Saavedra de las numerosas pérdidas que el Imperio español ha sufrido a lo largo de la historia, territorios que, una vez conquistados, los gobernantes no supieron conservar:
"Depositó su Magestad (creyendo escusar zelos, i guerras) la Valtelina en poder de la Sede Apostólica, i ocupándola después Franceses pusieron en peligro al estado de Milán, i en confusión, i armas a Italia. Manteniendo lo ocupado quedan castigados los atrevimientos, afirmado el poder, i con prendas para comprar la paz, quando la necesidad obligare a ella. El tiempo, i la ocasión enseñarán al Príncipe los casos, en que conviene mantener, o restituir para evitar mayores inconvenientes, i peligros, pesados con la prudencia, no con la ambición, cuyo ciego apetito muchas vezes por donde pensó ampliar, disminuyó los estados.
Suelen los Príncipes en la paz deshazerse ligeramente de puestos importantes, que después los lloran en la guerra. La necesidad presente acusa la liberalidad pasada. Ninguna grandeza se asegure tanto de sí, que no piense, que lo á menester todo para su defensa. No se deshaze el águila de sus garras, i si se deshiciera, se burlarían della las demás aves, porque no la respetan como a Reina por su hermosura, que más gallardo es el pabón, sino por la fortaleza de sus presas. Más temida, i más segura estaría oi en Italia la grandeza de su Magestad, si huviera conservado el estado de Siena, el presidio de Plasencia, i los demás puestos, que á dejado en otras manos".
La Valtelina, al norte de Lombardía, es un estratégico valle cuyo control fue disputado por españoles, franceses, suizos y alemanes desde su independencia en 1620. Controlado por el Imperio español, formó parte del llamado "camino español", en la ruta que siguieron los tercios españoles desde Italia hacia los Países Bajos, pero el territorio fue cedido a los protestantes grisones en 1639 con la única condición de que se respetara en este valle la práctica de la religión católica. Piacenza, en la Llanura Padana, capital del Ducado de Parma desde 1545, estuvo en poder del Milanesado hasta 1556, cuando fue restituida a la casa Farnese. Siena, rendida a Florencia en 1555, fue anexionada al Estado de los Reales Presidios, bajo dominio hispánico, pero Felipe II, que debía enormes sumas de dinero a los Médicis, la cedió, junto con otras fortalezas, al Ducado de Florencia, lo que a la postre supuso la pérdida definitiva de estas plazas, anexionadas desde 1569 al Gran Ducado de Toscana.
"No es de menos inconvenientes mover una guerra, que usar templadamente de las armas. Levantallas para señalar solamente los golpes, es peligrosa esgrima. La espada que desnuda no se vistió de sangre, buelve vergonzosa a la vaina. Si no ofende al enemigo, ofende al honor propio. Es el fuego instrumento de la guerra, quien lo tuviere suspenso en la mano, se abrasará con él. Si no se mantiene el exército en el país enemigo, consume el propio, i se consume en él. El valor se enfría, si faltan las ocasiones, en que exercitalle, i los despojos, con que encendelle. Por esto Vócula alojó su exército en tierras del enemigo [1]. [David a recibir a los Filisteos fuera de su Reino [2], i dentro del suyo acometió a Amasías el Rei de Israel Joas [3], sabiendo, que venía contra él]. Los Vasallos no pueden zufrir la guerra en sus casas sustentando a amigos, i enemigos: crecen los gastos, faltan los medios, i se mantienen bivos los peligros. Si esto se haze por no irritar más al enemigo, i reducille, es imprudente consejo, porque no se á de lisonjar a un enemigo declarado. Lo que se deja de obrar con las armas no se interpreta a benignidad, sino a flaqueza, i perdido el crédito, aun los más Poderosos peligran.
Costosa fue la benignidad de España con el Duque de Saboya Carlos. Movió éste la guerra al Duque de Mantua Ferdinando sobre la antigua pretensión del Monferrato, i no juzgando por conveniente el Rei Filipe Tercero, que decidiese la espada el pleito, que pendía ante el Emperador, i que la competencia de dos Potentados turbase la paz de Italia, movió sus armas contra el Duque de Saboya, i se puso sobre Asti, no para entrar en aquella plaza por fuerza, lo qual fuera fácil, sino para obligar al Duque con la amenaza a la paz, como se consiguió. Desta templanza le nacieron mayores bríos, i bolvió a armarse contra lo capitulado, encendiéndose otra guerra más costosa, que la pasada. Pusiéronse las armas de su Magestad sobre la plaza de Berceli, i en aviéndola ocupado, se restituyó, i como le salían al Duque baratos los intentos, se coligó luego en Aviñón con el Rei de Francia, i Venecianos, i perturbó tercera vez a Italia. Estas guerras se huvieran escusado, si en la primera huviera provado lo que cortavan los azeros de España, i que le avía costado parte de su estado. El que una vez se atrevió a la mayor Potencia no es amigo, sino quando se ve oprimido, i despojado. Así lo dijo Vócula a las Legiones amotinadas, animándolas contra algunas Provincias de Francia, que se revelavan [4]".
Cuando los franceses ocuparon Casale Monferrato durante la Guerra de Sucesión de Mantua (1628-1631), el Duque de Saboya Carlos Manuel I se alió primeramente con España, pero tras el avance del ejército francés hacia el Piamonte, el duque no dudó de cambiar de lado, aliándose con Francia.
"Los Príncipes no son temidos, i respetados, por lo que pueden ofender, sino por lo que saben ofender. Nadie se atreve al que es atrevido. Casi todas las guerras se fundan en el descuido, o poco valor de aquel, contra quien se mueven. Poco peligra quien levanta las armas contra un Príncipe mui deseoso de la paz, porque en qualquier mal suceso la hallará en él. Por esto parece conveniente, que en Italia se muden las máximas de España de imprimir en los ánimos, que su Magestad desea la paz, i quietud pública, i que la comprará a qualquier precio. Bien es que conozcan los Potentados, que su Magestad mantendrá siempre con ellos buena amistad, i correspondencia, que interpondrá por su conservación, i defensa sus armas, i que no avrá diligencia, que no haga por el sosiego de aquellas Provincias, pero es conveniente, que entiendan también, que si alguno injustamente se opusiere a su grandeza, i se conjurare contra ella obligándole a los daños, i gastos de la guerra, los recompensará con sus despojos, quedándose con lo que ocupare. Qué tribunal de justicia no condena en costas al que litiga sin razón?. Quién no provará su espada en el Poderoso, si lo puede hazer a su salvo.
Alcanzada una vitoria se deben repartir los despojos entre los soldados honrando con demostraciones particulares a los que se señalaron en la batalla para que premiado el valor le anime a mayores empresas, i sea exemplo a los demás. Con este fin los Romanos inventaron diversas Coronas, collares, ovaciones, i triunfos. A Saúl después de vencidos los Amalecitas [5] se levantó un arco triunfal. No solamente se án de hazer estos honores a los bivos, sino también a los que generosamente murieron en la batalla, pues con sus vidas compraron la vitoria. Los servicios grandes hechos a la República no se pueden premiar, sino es con una memoria eterna, como se premiaron los de Jonathas fabricándole un sepulcro, que duró al par de los siglos [6]. El ánimo que se reconoze immortal desprecia los peligros, porque también sea immortal la memoria de sus hechos. [Por estas consideraciones ponían antiguamente los Españoles tantos obeliscos alrededor de los sepulcros, quantos enemigos avían muerto [7].
Siendo Dios árbitro de las Vitorias, dél las debemos reconozer, i obligalle para otras no solamente con las gracias, i sacrificios, sino también con los despojos, i ofrendas, como hizieron los Israelitas después de quitado el cerco de Bethulia, i rotos los Asyrios [8], [i como hizo Josué después de la vitoria de los Haitas, ofreciéndole hostias pacíficas [9], en que fueron mui liberales los Reyes de España cuya piedad remuneró Dios con la presente Monarquía" (Saavedra 1640: 682-686; 1642: 714-718).
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[1] [Ut praeda ad virtutem incenderentur. Tac. lib. 4. hist.]. En Novesio (la actual Neuss, en el Bajo Rhin), Gallo Dilio Vócula, legado de la Legión XXII, y Erenio Gallo, al frente de la Legión XIII, unieron sus fuerzas; acuartelados en Gelduba (la actual Krefeld), "començaron a exercitar los soldados en ponerse en esquadrón, en fortificar, y atrincherar el campo, y en otros actos y exercicios de guerra. Y porque con la dulçura del robar se animassen al valor, llevó Vócula parte del exército a los lugares vezinos de los Gugernos" (Tácito, Historias, IV, 5. 1629: 909).
[2] [Venit ergo David in Baal Pharasim, et percussit eos ibi. 2. Reg. 5. 20]. "Bajó pues David a Baal Farasim, y allí los derrotó" v. Biblia vulgata Latina (1824: 359).
[3] [Ascenditque Ioas Rex Israel, et viderunt se ipse, et Amasias Rex Iuda in Bethsames oppido Iudae. Percussusque est Iuda coram Israel. 4. Reg. 14. 11]. "Joás, rey de Israel, subió y se vieron las caras él y Amasías, rey de Judá, en Betsames, que está en Judá. Judá fue batido por Israel".
[4] [Nunc hostes, quia molle servitium, cum spoliati, exutique fuerint amicos fore. Tac. lib. 4. hist.] Se refiere el autor a las palabras pronunciadas contra los comandantes galos Julio Clásico y Julio Tutor, impulsores de una revuelta en la Galia en el año 70: "[...] los violadores de la paz y confederación, se desengañassen, de que avían de tener contra sí los mismos Dioses, y los mesmos hados. Que harto mejor avían sido conocidos sus ánimos por el divo Julio, y por el divo Augusto. Que la blandura de Galba, y la diminución de los tributos, les avían infundido alientos de enemigos. Que agora lo eran, por la blanda y apacible servidumbre; mas que en siendo tratados como merecían, y en viéndose desposseýdos de sus haziendas, serían amigos" (Tácito, Historias, IV, 11. 1629: 943)-. ¡
[5] [Et erexisser sibi fornicem triumphalem. I. Reg. 15. 12]. "[...] y que se había erigido un arco triumphal". v. Biblia vulgata Latina, vol.4 (1816: 82).
[6] [Et statuit septem pyramidas, unam contra unam, patri et matri, et quatuor fratribus, et his circumposuit columnas magnas, et super columnas arma, ad memoriam aeternam, et juxta arma naves sculptas, quae viderentur ab omnibus navigantibus mare, hoc est sepulchrum, quod fecit in Modin, usque in hunc diem. I. Mach. 13. 28] "Encima levantó siete pirámides, unas enfrente de otras, dedicadas a su padre, a su madre y a sus cuatro hermanos. las asentó sobre sus basas y las rodeó de grandes columnas, y puso en ellas panoplias, naves esculpidas, que pudieran ser vistas de todos los que navegaban por el mar. Ese sepulcro que erigió en Modían perdura hasta el día de hoy" (I Macabeos, 13, 28-30)
[7] [Et apud Hispanos bellicosam Gentem obelisci circum cuiusque tumulum tot numero erigebantur, quot hostes interemisset. Arist. l. 7. pol. c. 2]. "Entre los iberos, pueblo belicoso, se elevan tantos obeliscos en torno a la tumba de un hombre como enemigos haya aniquilado". Aristóteles, Política VII, 2, 11 (1324b). 2000: 363)
[8] [Omnis populus post victoriam venit in Ierusalem adorare Dominum, et mox, ut purificati sunt, obtulerunt omnes holocausta, et vota, et repromissiones suas. Iud. 16. 22] "Llegados a Jerusalén, adoraron a Dios; y luego que el pueblo se hubo purificado, ofrecieron sus holocaustos, sus votos y sus ofrendas" (Judit, 16, 22).
[9] [Et offeres super eo holocausta domino Deo tuo, et immolabis hostias pacificas. Deut. 27. 6] "Y ofrecerás sobre él holocaustos a Yavé, tu Dios; le ofrecerás sacrificios pacíficos".
Ver Montalvo, 8.