La Fortaleza de Cristo en la Cruz
[Typot, 1601: 18]
[Typot, 1601: 18]
Et hic bellua nos animat. Rhinoceros est, ad Fortitudinem, ut Taurus ad Temperantiam, melius nota Oppiano, quam Aristoteli. Nam Romae Pompeius exhibuerat populo, et Emanueli Regi Lusitanie exhibuit Cambeja. Fortitudinis exemplar est, quod e duello, quod cum Elephante, propter pascua perpetuum est, nunquam redeat, ni parta victoria. Mori scilicet mavult, quam vinci.
Ad fortitudinem quoque spectant, quae vides de annosa quercu suspensa, Arcus et Pharetra, imo ipsa quercus, quae suo robore, elidit robut tempestatis, ne dicam temporis. Ita longaeva est, quanquam non vires corporis, sed animi robur, animans nos per animantia, plantas, et inanima Natura a nobis requirat.
Fortis enim est, qui se ipse vicit, et quibus vulgo pauci reluctantur, si non ratione, recordatione crucis, superavit animi, veluti procellas, impetus.
Emblema dedicado a la Cruz, símbolo de la Fortaleza de Cristo, como reza el Libro de Horas según el uso romano: "De la cruz fue descendido en la hora vespertina, la fortaleza se estendió en la mente divina, a tal muerte se sometió aquél que es del mundo medicina" (Libro de Horas, "Hora de la Cruz", 1551: 161), y es por esta razón por lo que en el devocionario se nos invita a seguir los pasos de Cristo, pues únicamente tomando el camino de la cruz se demostrará nuestra fortaleza, pues "En la cruz es la salud y la vida. En la cruz es la defensa de los enemigos. En la cruz está la infusión de la suavidad soberana. En la cruz es la fortaleza del coraçón" (De Imitatione Christi, II, 12, "Del camino real de la sancta Cruz". 1572: 48v).
Efectivamente el rinoceronte, así como el toro es símbolo de la Templanza (v. Horapolo, 1991: 128, 538), es imagen de la Fortaleza, demostrando su enorme fuerza y coraje en su lucha contra el elefante, con quien pelea por los mejores pastos, prefiriendo incluso la muerte antes que la derrota. Pompeyo lo exhibió ante el pueblo romano, y Emanuel, rey de Lusitania, lo llevó a Portugal. El arco y el carcaj son, igualmente, símbolos de la Fuerza, así como el viejo roble, árbol tan duro, que resiste el ímpetu de las tormentas y el paso del tiempo.
Es cierto que Aristóteles parece no conocer al rinoceronte, aunque sí lo mencionan entre otros Agatárquides (De mari Erythraeo, 71) y Lucilio (Sátiras, 3, 8). El autor nos remite a la Cinegética de Opiano: "El rinoceronte no es de tamaño mucho mayor que el violento órix. Un poco más arriba de la punta de su nariz se levanta un cuerno terrible y afilado, una cruel espada. Con su embestida podría taladrar el bronce y con su golpe podría rajar un duro peñasco. Ataca al elefante, aunque es muy fuerte, y muchas veces yace en el polvo el cadáver de tan poderosa bestia. Unas leves manchas rojizas brillan sobre su rubia y peluda frente, y más intensas en su espalda" (Opiano, De la caza, II, 551-559. 1990: 108). Cf. Diodoro Sículo, 3, 35, 2-3; Estrabón, 16, 4, 15; Eliano, XVII, 44.
Plinio nos da noticia de la aparición del rinoceronte indio (de un solo cuerno) en los juegos de Pompeyo Magno, donde "se vio al rinoceronte de un solo cuerno en la nariz, del tipo que es frecuente. Éste es el segundo enemigo natural del elefante: después de afilar su cuerno contra las piedras se prepara para la lucha, buscando en el combate sobre todo el vientre, que sabe que es más blando" (VIII, 71). Hay también testimonio de la aparición del rinoceronte en los espectáculos de Roma en tiempos de Augusto (Suetonio, Augusto, 43), y Marcial describe las enconadas luchas entre el rinoceronte africano (de dos cuernos) y otras fieras en su Libro de los espectáculos:
"Mientras los temblorosos domadores provocan a un rinoceronte y se concentra durante un tiempo la ira de la gran fiera, se perdía la esperanza puesta en los combates del prometido Marte; pero al fin volvió su antes reconocida furia. En efecto, levantó con sus dos cuernos a un pesado oso tal como un toro arroja hasta las estrellas los peleles sobre sus astas. [¡Con qué certero golpe dirige los venablos nóricos la diestra valiente del todavía joven Carpóforo!] Aquél llevó fácilmente sobre su cerviz a dos novillos, ante aquél cedieron un atroz búfalo y un bisonte; al huir de él un león, se precipitó corriendo contra los dardos: ¡ve ahora y quéjate, turba, de largos retrasos!" (Marcial, Libro de los espectáculos, 26, "A Carpóforo". Cf. Espec. 11, "Lucha entre un rinoceronte y un toro". v. Marcial, 2001: 6 y 12).
Según las crónicas de Sebastian Münster el rey de Portugal, Manuel I, hizo traer un rinoceronte vivo procedente de la India, arribando a tierras lusas el primero de mayo de 1513. De color del boj era enorme como un elefante, aunque poseía unas patas cortas. Todo su cuerpo estaba cubierto de fuertes armaduras, incluida la cabeza; tenía un cuerno robusto y agudo sobre la nariz, el cual limaba y preparaba para el combate, pues descargaba toda su furia en su lucha por conseguir los mejores pastos. En 1515 el rey Manuel "El Afortunado" celebró unos juegos y certámenes donde pudo observarse el combate entre un elefante y un rinoceronte, espectáculo digno de admiración, donde el elefante fue derrotado (Cosmographiae universalis, V. 1550: 1086).
Rinoceronte. Grabado de la primera edición de la Cosmographiae universalis, 1544: 762)
Paolo Giovio había utilizado la figura del rinoceronte como símbolo del valor, y así aparecía en la empresa de Alejandro de Médici, significando así el arrojo y la furia del duque en la batalla, pues según rezaba su lema, prefería morir antes que regresar vencido ("No vuelvo sin vencer"); poco después el impresor Juan Lorenzo Palmireno utiliza el rinoceronte de Durero como marca personal, con el mote: "In silentio et in spe erit fortitudo. Esa. XXX" ("En el silencio y en la esperanza estará vuestra fortaleza. Isaías, 30") [1], y en este sentido Valeriano [2], apoyado en los textos bíblicos, lo toma como jeroglífico de hombre Fuerte ("Robustus"), y en tal sentido lo recoge Typot, con el mote "Fortitudo".
"Los Rinocerontes fueron llamados assí, por tener un cuerno en la nariz, que esto significa Rinoceros. A éste en algunas partes de las sagradas letras con nombre Hebreo, le llaman Reen, como al unicornio, y la causa es, ser este nombre genérico, que comprehende a todos los animales que tienen un cuerno. Pero cierto es, ser muy diferentes estos dos, assí en la forma, como en la naturaleza. Es el Rinoceronte, de fuerte y gruesso cuerpo, tiene el cuero recio y duro, casi del color de la corteza del box, o de la encina, y algo semejante al del elefante, es áspero, y rugoso, con unas grandes alforças, y costuras, de suerte, que parece andar cubierto con algún lienço encerado. Tiene las piernas gruessas y cortas, mucho más que el elefante, la uña hendida, la cabeça grande y fuerte, los ojos pequeños, orina hazia atrás, y ayúntase como el león, y como el elefante es tan fuerte y feroz, que escrive Marcial [3], que en los espectáculos de Domiciano César, echaron a un Rinoceronte un toro, y le echó de solo un golpe con su cuerno en alto, y después hizo lo mesmo de un oso. Tiénenle tanto temor los cavallos, que solo de olerle tiemblan, y viéndole desde muy lexos huyen, reconociendo su ferocidad y fuerça. Por esta causa es Ieroglífico, del hombre fuerte y robusto [4], y assí lo vemos en la Escritura divina, donde comparó Balaan la fuerça de Dios, a la del Rinoceronte [5]. Tienen estos y los elefantes grandes peleas, por defender sus pastos, y para entrar en la batalla, aguza el Rinoceronte su cuerno en las piedras, y procura herirle por las tripas, porque si le da en otra parte, el elefante con sus colmillos le hiere, de tal suerte, que aunque su cuero es duríssimo, se le passa mejor que una saeta, pero pocas vezes dexa el rinoceronte de salir vencedor, no siendo pequeño, o enfermo. Refiere Conrado, que en Lisboa echaron para espectáculo estas dos bestias, y que huyó el Elefante, viendo al rinoceronte, y assí los Alemanes llaman a este animal Helefante Meyster, que es tanto como dezir "vencedor", o "señor del Elefante" (Gerónimo de Huerta, VIII, 20. 1599: 164)
"Aora mirad, es Dios muy de ordinario en la sagrada Escritura comparado al Rinoceronte, animal fiero y bravíssimo. Assí le llamó Balám en el cap. 24 de los Números. Cuius fortitudo similis est Rinocerotis [5]. La fortaleza de Dios es muy semejante a la del Rinoceronte, con quien nadie se atreve a burlar, porque de un encontrón hará pedaços un hombre. [...] su fortaleza es de manera, que no sufre cosquillas, ni se dexa domesticar, quiebra cordeles y maromas, rompe cadenas y lazos, si le quieren picar con la aguijada, como hazen al buey, no lo siente, porque es como picar un peñasco; si ponerle yugo, el cuerno que tiene, no es para esso a propósito" (Diego de la Vega, Empleo y Exercicio Santo, 1607: 117-118)
El roble, o la encina, como árbol consagrado a Júpiter, es símbolo de fuerza, y fortaleza, y así con coronas de roble se distinguían los valientes y esforzados soldados, "[...] que con ramos de roble en señal de su fortaleza sean coronados" (Erasmo, Manual del Cavallero Christiano, 1. 1555: 18). "Y aquesta excelencia de los robles denota ferocidad y valentía, y experto conoscimiento de la militar disciplina, ca la corona de los robles a los fuertes pertenece, y a ellos es atribuyda, y aun esta palabra roble bien lo demuestra y denota fortaleza, ca emana y desciende de robur, que dizen los Latinos por fuerça o fortaleza" (Comentario a la Coronación de Juan de Mena, copla 46. 1552: 733-734)
"Los Rinocerontes fueron llamados assí, por tener un cuerno en la nariz, que esto significa Rinoceros. A éste en algunas partes de las sagradas letras con nombre Hebreo, le llaman Reen, como al unicornio, y la causa es, ser este nombre genérico, que comprehende a todos los animales que tienen un cuerno. Pero cierto es, ser muy diferentes estos dos, assí en la forma, como en la naturaleza. Es el Rinoceronte, de fuerte y gruesso cuerpo, tiene el cuero recio y duro, casi del color de la corteza del box, o de la encina, y algo semejante al del elefante, es áspero, y rugoso, con unas grandes alforças, y costuras, de suerte, que parece andar cubierto con algún lienço encerado. Tiene las piernas gruessas y cortas, mucho más que el elefante, la uña hendida, la cabeça grande y fuerte, los ojos pequeños, orina hazia atrás, y ayúntase como el león, y como el elefante es tan fuerte y feroz, que escrive Marcial [3], que en los espectáculos de Domiciano César, echaron a un Rinoceronte un toro, y le echó de solo un golpe con su cuerno en alto, y después hizo lo mesmo de un oso. Tiénenle tanto temor los cavallos, que solo de olerle tiemblan, y viéndole desde muy lexos huyen, reconociendo su ferocidad y fuerça. Por esta causa es Ieroglífico, del hombre fuerte y robusto [4], y assí lo vemos en la Escritura divina, donde comparó Balaan la fuerça de Dios, a la del Rinoceronte [5]. Tienen estos y los elefantes grandes peleas, por defender sus pastos, y para entrar en la batalla, aguza el Rinoceronte su cuerno en las piedras, y procura herirle por las tripas, porque si le da en otra parte, el elefante con sus colmillos le hiere, de tal suerte, que aunque su cuero es duríssimo, se le passa mejor que una saeta, pero pocas vezes dexa el rinoceronte de salir vencedor, no siendo pequeño, o enfermo. Refiere Conrado, que en Lisboa echaron para espectáculo estas dos bestias, y que huyó el Elefante, viendo al rinoceronte, y assí los Alemanes llaman a este animal Helefante Meyster, que es tanto como dezir "vencedor", o "señor del Elefante" (Gerónimo de Huerta, VIII, 20. 1599: 164)
"Aora mirad, es Dios muy de ordinario en la sagrada Escritura comparado al Rinoceronte, animal fiero y bravíssimo. Assí le llamó Balám en el cap. 24 de los Números. Cuius fortitudo similis est Rinocerotis [5]. La fortaleza de Dios es muy semejante a la del Rinoceronte, con quien nadie se atreve a burlar, porque de un encontrón hará pedaços un hombre. [...] su fortaleza es de manera, que no sufre cosquillas, ni se dexa domesticar, quiebra cordeles y maromas, rompe cadenas y lazos, si le quieren picar con la aguijada, como hazen al buey, no lo siente, porque es como picar un peñasco; si ponerle yugo, el cuerno que tiene, no es para esso a propósito" (Diego de la Vega, Empleo y Exercicio Santo, 1607: 117-118)
El roble, o la encina, como árbol consagrado a Júpiter, es símbolo de fuerza, y fortaleza, y así con coronas de roble se distinguían los valientes y esforzados soldados, "[...] que con ramos de roble en señal de su fortaleza sean coronados" (Erasmo, Manual del Cavallero Christiano, 1. 1555: 18). "Y aquesta excelencia de los robles denota ferocidad y valentía, y experto conoscimiento de la militar disciplina, ca la corona de los robles a los fuertes pertenece, y a ellos es atribuyda, y aun esta palabra roble bien lo demuestra y denota fortaleza, ca emana y desciende de robur, que dizen los Latinos por fuerça o fortaleza" (Comentario a la Coronación de Juan de Mena, copla 46. 1552: 733-734)
Del roble nos dice Ripa que es un árbol "durísimo de constitución, gallardo, fuerte y duradero", y en similares términos se expresa acerca de la encina, "árboles muy grandes y gallardos, sólidos, densos, duros y dificilísimos de arrancar o de talarlos con el hacha", añadiendo que resisten el ímpetu de las tormentas, apareciendo como atributo de la Virtud, por su firmeza y constancia, "como lo es este árbol, que teniendo raíces muy profundas, robustísimas ramas y hojas verdeantes, cuanto más se le poda tanto más germina, prendiendo y enraizando con más vigor y fuerza. Del mismo modo, cuanto más agitado y sacudido aparece por el viento, otro tanto más crece y desarrolla sus ramas, con mayor amplitud y vitalidad", concluyendo: [...] así como la encina se resiste impasible a los furiosos ataques que le dan las tempestades, así también la Virtud se queda siempre inmóvil e impasible, frente a todos los envites de las fuerzas". (Ripa, 2002: II, 300, 427-428).
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[1] Tal como aparece en la portada de su edición griega de los Hieroglyphica de Horapolo (1556)
[2] Hieroglyphica, II, "De Rhinoceronte" (1556: 21).
[3] [Marc. Epig. 9 & 22.]. Marcial, Libro de los espectáculos, 11 y 26. v. Marcial [2001: 6 y 12]
[4] [Pierius, libr. 2, ex Euche.]. v. Valeriano [1556: 21].
[5] [Num., c. 24] Números, 24, 8.
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[1] Tal como aparece en la portada de su edición griega de los Hieroglyphica de Horapolo (1556)
[2] Hieroglyphica, II, "De Rhinoceronte" (1556: 21).
[3] [Marc. Epig. 9 & 22.]. Marcial, Libro de los espectáculos, 11 y 26. v. Marcial [2001: 6 y 12]
[4] [Pierius, libr. 2, ex Euche.]. v. Valeriano [1556: 21].
[5] [Num., c. 24] Números, 24, 8.