a) Marca personal del escritor Marcantonio Epicuro
Ammirato [1562: 35], Capaccio [1592: 48]
Ammirato [1562: 35], Capaccio [1592: 48]
Tal como la describe Scipión Ammirato en su Rota overo dell´Impresse: "[...] como aquella empresa del Epicuro [1], de un ramillete de plumas diversas, de entre las cuales aparece una pluma de águila con esta letra: SIC ALIAS DEVORAT UNA MEAS" [2].
b) Marca personal de Alfonso II de Ávalos
Camerarius [1587, I, 40; 2009: 453-454], Capaccio [1592: 48], Covarrubias [1611: 24]
Sin abandonar la región de los Abruzos, todo parece indicar que el marquesado del Vasto lució una divisa similar, conocida ya por Joachim Camerarius, y a la que hace referencia en su inédito Symbola et Emblemata de 1587: "Alias devorat una meas. Aquilarum pennae mixtas reliquarum alitum pennas devorant, ut tradit Plinius. Hoc symbollo voluit innuere Alphonsus II de Avalos, Marchio Vasti, homo militaris, qui eo in suo vexillo usus est, se hostiles copias sua virtute et magnanimitate esse superaturum. Quemadmodum etiam singulari virtute praeditus saepe praestitit".
Giulio Capaccio insinúa que éste la tomó de Marcantonio Epicuro: "[...] pues la misma empresa del Epicuro fue tomada como enseña para el Marqués del Vasto, que llevaba un ramillete de plumas, con una de Águila en medio, y una letra que decía, SIC ALIAS DEVORAT UNA MEAS, según la historia que cuenta Plinio, el cual asegura que la naturaleza de la pluma del Águila es tal, que puesta junto a otras plumas, las consume, mientras que ella permanece intacta" (Delle Impresse, I, 48v-49).
En efecto, Plinio nos dice que "Las plumas de las águilas consumen las plumas de las otras aves, que ponen juntas con ellas", noticia que también recogerá Claudio Eliano en su Historia de los animales: "[...] si alguien mezcla las plumas de aquélla con las de otras, las del águila permanecen enteras e incorruptas, mientras que las otras, incapaces de soportar el contacto con las del águila, se pudren", y más adelante Alberto Magno [3]. Por este motivo, nos dice Camerarius, fue usada como enseña personal de Alfonso II de Ávalos, marqués del Vasto [4], insigne militar, dando a entender que con su valor y magnanimidad venció a todos sus enemigos [5].
Algo más tarde Sebastián de Covarrubias, en su Tesoro, hará referencia a esta insignia de Alfonso II, pero aquí la pluma del águila ya no es la pluma de la victoria militar sino, quizá como la interpretaba Ammirato, una pluma que, manteniéndose siempre joven, eclipsaba en belleza a todas las demás [6]: "El marqués del Vasto sacó por empressa un maço de diversas plumas, y en medio dellas una de Águila, que sobrepujava a todas, ella entera, y las demás repeladas, con el mote: Sic alias devorat una meas. Dando a entender, que su dama deshazía, y afeava con su hermosura, y gentileza a todas las demás".
Giulio Capaccio insinúa que éste la tomó de Marcantonio Epicuro: "[...] pues la misma empresa del Epicuro fue tomada como enseña para el Marqués del Vasto, que llevaba un ramillete de plumas, con una de Águila en medio, y una letra que decía, SIC ALIAS DEVORAT UNA MEAS, según la historia que cuenta Plinio, el cual asegura que la naturaleza de la pluma del Águila es tal, que puesta junto a otras plumas, las consume, mientras que ella permanece intacta" (Delle Impresse, I, 48v-49).
En efecto, Plinio nos dice que "Las plumas de las águilas consumen las plumas de las otras aves, que ponen juntas con ellas", noticia que también recogerá Claudio Eliano en su Historia de los animales: "[...] si alguien mezcla las plumas de aquélla con las de otras, las del águila permanecen enteras e incorruptas, mientras que las otras, incapaces de soportar el contacto con las del águila, se pudren", y más adelante Alberto Magno [3]. Por este motivo, nos dice Camerarius, fue usada como enseña personal de Alfonso II de Ávalos, marqués del Vasto [4], insigne militar, dando a entender que con su valor y magnanimidad venció a todos sus enemigos [5].
Algo más tarde Sebastián de Covarrubias, en su Tesoro, hará referencia a esta insignia de Alfonso II, pero aquí la pluma del águila ya no es la pluma de la victoria militar sino, quizá como la interpretaba Ammirato, una pluma que, manteniéndose siempre joven, eclipsaba en belleza a todas las demás [6]: "El marqués del Vasto sacó por empressa un maço de diversas plumas, y en medio dellas una de Águila, que sobrepujava a todas, ella entera, y las demás repeladas, con el mote: Sic alias devorat una meas. Dando a entender, que su dama deshazía, y afeava con su hermosura, y gentileza a todas las demás".
El emblema del penacho de plumas se ve representado por vez primera en Symbola Varia diversorum Principum, tercer libro de los Símbolos de Jacob Typot, apareciendo como marca personal de Ferrante I Gonzaga, marqués de Guastalla [7].
Para Typot, la pluma del águila compite con las de las otras aves por el mismo motivo que existe competencia y animadversión en todos los ámbitos de la Naturaleza: los cañizos odian a la hoz, pues cortada la caña, ésta nunca podrá renacer. Nos recuerda Typot que con una pluma, o un penacho de ellas, adornaban los Romanos sus cascos, para parecer más grandes y terribles ante el enemigo, y vencerlos así con mayor facilidad. Es lo mismo, continúa el autor, que hacen ahora los húngaros, que tras haber matado en la guerra a muchos turcos [8], colocan en sus cascos plumas de grullas, pues las plumas siempre han sido un signo de la victoria. Quizá por este motivo Fernando Gonzaga eligió para sí este jeroglífico, por las numerosas victorias que obtuvo contra el enemigo estando al servicio del Emperador, que llevaba por insignia el águila bicéfala, para indicar que solamente una pluma de ellas oscurece a todas las demás, las elimina y las destruye.
La empresa de Ferrante Gonzaga la recoge también Jacob Masen, que parece seguir en todo a Typot, pero introduce la siguiente reflexión: una sola victoria del Emperador, representada por la pluma del águila, importa mucho más que cualquier otra victoria, que son las otras plumas, aludiendo al Fisiólogo para advertirnos de una extraordinaria propiedad del águila: "Plumarum variarum fasciculus in qua penna Aquilae ceteras (ut memorant Physiologi) deficientes consumit. Inscript. Sic alias devorat una meas. id est, una victoria quam sub Aquila pro Imperatore militans obtinui, ceteris longe illustrior est, qui tot victorias, quot pennas. More Hungarorum (qui tot gruum pennis caput ornant, quot Turcas mactarunt) numero. Ferdinandus Gonzaga Dux Dariani &c. ViceRex Siciliae" (Speculum Imaginum, IV, 9, 15).
En efecto, las plumas del águila superan a las de cualquier otra ave porque, según nos dice el Fisiólogo griego, siempre se conservan jóvenes, y es que cuando el ave envejece, "quema sus viejas alas" y vuela hacia un manantial de agua pura, donde se regeneran [9].
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[1] Marcantonio Epicuro, o Antonio Epicuro, humanista abrucense, de la región de Marsos, nació en 1472 y murió en Nápoles en 1555. Trasladado a Venecia, se ignora su verdadero apellido. Conocido como poeta, escribió en latín e italiano. Maestro de la tragicomedia, se hizo extraordinariamente popular gracias a La Cecaria, drama pastoral dialogado con argumento amoroso publicado por primera vez en 1526 bajo el título de Dialogo dei tre ciechi ("Diálogo de los tres ciegos"), obra que conoció nada menos que 25 reimpresiones en el transcurso del siglo XVI. En las distintas ediciones de sus obras se le conoce como Epicuro Napolitano, Epicuro Caracciolo o Epicuro Characciolo, que parecen ser pseudónimos de Antonio Marsi.
[2] "Una de las mías destruye las demás".
[3] Plinio, H.N., X, 15, "Aquilarum pennae mixtas reliquarum alitum pennas devorant". Traducción extraída de Huerta, X, 3 [1624: 672]. Cf. Plinio 2007: 259. Eliano, H.A., IX, 2 [1984: 12]. Alberto Magno, De Mirabilibus mundi, "Dixerunt et philosophi, quod quando pennae aquilarum ponuntur cum pennis aliarum avium, comburunt illas et mortificant eas, sicut ipse est vincens in vita sua omnes aves et dominans. Pennae aquilarum sunt perniciosae omnibus pennis" (1571: 215)
[4] El marquesado del Vasto fue creado en 1521 por el rey Carlos I a favor de Iñigo de Ávalos y Aquino, Gran Camarlengo del Reino de Nápoles. En efecto, Alfonso de Ávalos Aquino, segundo marqués del Vasto (1521-1546), fue hombre de armas. Grande de España desde 1535 y Gobernador del Milanesado (1538-1546), sucedió a su tío Fernando de Ávalos en el mando de las tropas del emperador Carlos, combatió contra Solimán (1532) y participó en la Jornada de Túnez, en la Batalla de Pavía y en la Guerra italiana de 1542-1546.
[5] Si bien el Águila fue considerada desde la Antigüedad como la reina de las aves y símbolo regio por excelencia, sus alas, a partir del pasaje de Plinio, no gozaron siempre de tan alta consideración. Erasmo las compara con el Tirano, porque al igual que la pluma del águila devora las alas de las otras aves que están mezcladas con ella, así el tirano que arrebata por la fuerza lo que su propio pueblo ha sembrado, condena a su gente a la muerte (Erasmo, Adagiorum III, 7, 1, "Scarabeus Aquilam quaerit"; Parabolae, 1549: 69v). En el mismo sentido Valeriano (XIX, 11) toma las plumas del águila por símbolo de la Potencia Perniciosa, equiparando la propiedad de la pluma del águila con la de la piel de la hiena, pues según cuenta Plinio (XXVIII, 93), si se cuelgan dos pieles, una de hiena y otra de pantera, una enfrente de la otra, se caerán los pelos de la piel de la pantera (Valeriano, Hieroglyphica, XI, 27). Juan de Orozco (Emblemas morales, I, 24) toma el argumento de Valeriano: los Antiguos "Entendían la potencia perniciosa por las plumas del Águila, que si con ellas se juntan las plumas de las otras aves se deshazen".
Por el contrario, en la exégesis bíblica la pluma del águila es símbolo de la victoria de María: "Plumas de Águila contra la crueldad rabiosa de un Dragón?. Pocas armas parecen para triunfar. [...] y en sentir de Plinio, no solo vence el Águila a las demás Aves, quando goza [de] vida, pero aun en las cenizas muertas de sus plumas, se corona de victorias, pues si juntan las plumas de una Águila, con las plumas de otras Aves, las del Águila permanecen firmes, las de otras Aves se polillan, y fenecen. [...] plumas de Águilas muertas, sirven de armas, para que María Santíssima consiga la mayor victoria" (Sobrecasas 1681: 51).
[6] el término devoro se entiendo como "devorar", "destruir", pero también como "eclipsar", "ensombrecer", "afear".
[7] Ferrante Gonzaga, conocido también como Ferdinando I Gonzaga (Mantua, 1507-1557), tomó parte, en 1527, en el saqueo de Roma, y tras la muerte del Condestable Carlos de Borbón fue nombrado comandante en jefe del ejército imperial italiano (1527). Defendió Nápoles del asedio de las tropas francesas y logró la rendición de la República de Florencia.
[8] Desde 1526 gran parte del Reino de Hungría había quedado bajo la dominación otomana. La Ocupación Turca se prolongó en el reino húngaro hasta finales de 1600.
[9] Fisiólogo, 6 [1999: 145-146]. De aquí las palabras del psalmista, "renueva tu juventud como la del águila" (Salmos, 103). El texto del Fisiólogo lo recoge ya san Jerónimo en las Epistolas, XVIII, "ad Praesidium", IV.
v. Pise (1656: 478), Palliser (1870: 38).
Para Typot, la pluma del águila compite con las de las otras aves por el mismo motivo que existe competencia y animadversión en todos los ámbitos de la Naturaleza: los cañizos odian a la hoz, pues cortada la caña, ésta nunca podrá renacer. Nos recuerda Typot que con una pluma, o un penacho de ellas, adornaban los Romanos sus cascos, para parecer más grandes y terribles ante el enemigo, y vencerlos así con mayor facilidad. Es lo mismo, continúa el autor, que hacen ahora los húngaros, que tras haber matado en la guerra a muchos turcos [8], colocan en sus cascos plumas de grullas, pues las plumas siempre han sido un signo de la victoria. Quizá por este motivo Fernando Gonzaga eligió para sí este jeroglífico, por las numerosas victorias que obtuvo contra el enemigo estando al servicio del Emperador, que llevaba por insignia el águila bicéfala, para indicar que solamente una pluma de ellas oscurece a todas las demás, las elimina y las destruye.
La empresa de Ferrante Gonzaga la recoge también Jacob Masen, que parece seguir en todo a Typot, pero introduce la siguiente reflexión: una sola victoria del Emperador, representada por la pluma del águila, importa mucho más que cualquier otra victoria, que son las otras plumas, aludiendo al Fisiólogo para advertirnos de una extraordinaria propiedad del águila: "Plumarum variarum fasciculus in qua penna Aquilae ceteras (ut memorant Physiologi) deficientes consumit. Inscript. Sic alias devorat una meas. id est, una victoria quam sub Aquila pro Imperatore militans obtinui, ceteris longe illustrior est, qui tot victorias, quot pennas. More Hungarorum (qui tot gruum pennis caput ornant, quot Turcas mactarunt) numero. Ferdinandus Gonzaga Dux Dariani &c. ViceRex Siciliae" (Speculum Imaginum, IV, 9, 15).
En efecto, las plumas del águila superan a las de cualquier otra ave porque, según nos dice el Fisiólogo griego, siempre se conservan jóvenes, y es que cuando el ave envejece, "quema sus viejas alas" y vuela hacia un manantial de agua pura, donde se regeneran [9].
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[1] Marcantonio Epicuro, o Antonio Epicuro, humanista abrucense, de la región de Marsos, nació en 1472 y murió en Nápoles en 1555. Trasladado a Venecia, se ignora su verdadero apellido. Conocido como poeta, escribió en latín e italiano. Maestro de la tragicomedia, se hizo extraordinariamente popular gracias a La Cecaria, drama pastoral dialogado con argumento amoroso publicado por primera vez en 1526 bajo el título de Dialogo dei tre ciechi ("Diálogo de los tres ciegos"), obra que conoció nada menos que 25 reimpresiones en el transcurso del siglo XVI. En las distintas ediciones de sus obras se le conoce como Epicuro Napolitano, Epicuro Caracciolo o Epicuro Characciolo, que parecen ser pseudónimos de Antonio Marsi.
[2] "Una de las mías destruye las demás".
[3] Plinio, H.N., X, 15, "Aquilarum pennae mixtas reliquarum alitum pennas devorant". Traducción extraída de Huerta, X, 3 [1624: 672]. Cf. Plinio 2007: 259. Eliano, H.A., IX, 2 [1984: 12]. Alberto Magno, De Mirabilibus mundi, "Dixerunt et philosophi, quod quando pennae aquilarum ponuntur cum pennis aliarum avium, comburunt illas et mortificant eas, sicut ipse est vincens in vita sua omnes aves et dominans. Pennae aquilarum sunt perniciosae omnibus pennis" (1571: 215)
[4] El marquesado del Vasto fue creado en 1521 por el rey Carlos I a favor de Iñigo de Ávalos y Aquino, Gran Camarlengo del Reino de Nápoles. En efecto, Alfonso de Ávalos Aquino, segundo marqués del Vasto (1521-1546), fue hombre de armas. Grande de España desde 1535 y Gobernador del Milanesado (1538-1546), sucedió a su tío Fernando de Ávalos en el mando de las tropas del emperador Carlos, combatió contra Solimán (1532) y participó en la Jornada de Túnez, en la Batalla de Pavía y en la Guerra italiana de 1542-1546.
[5] Si bien el Águila fue considerada desde la Antigüedad como la reina de las aves y símbolo regio por excelencia, sus alas, a partir del pasaje de Plinio, no gozaron siempre de tan alta consideración. Erasmo las compara con el Tirano, porque al igual que la pluma del águila devora las alas de las otras aves que están mezcladas con ella, así el tirano que arrebata por la fuerza lo que su propio pueblo ha sembrado, condena a su gente a la muerte (Erasmo, Adagiorum III, 7, 1, "Scarabeus Aquilam quaerit"; Parabolae, 1549: 69v). En el mismo sentido Valeriano (XIX, 11) toma las plumas del águila por símbolo de la Potencia Perniciosa, equiparando la propiedad de la pluma del águila con la de la piel de la hiena, pues según cuenta Plinio (XXVIII, 93), si se cuelgan dos pieles, una de hiena y otra de pantera, una enfrente de la otra, se caerán los pelos de la piel de la pantera (Valeriano, Hieroglyphica, XI, 27). Juan de Orozco (Emblemas morales, I, 24) toma el argumento de Valeriano: los Antiguos "Entendían la potencia perniciosa por las plumas del Águila, que si con ellas se juntan las plumas de las otras aves se deshazen".
Por el contrario, en la exégesis bíblica la pluma del águila es símbolo de la victoria de María: "Plumas de Águila contra la crueldad rabiosa de un Dragón?. Pocas armas parecen para triunfar. [...] y en sentir de Plinio, no solo vence el Águila a las demás Aves, quando goza [de] vida, pero aun en las cenizas muertas de sus plumas, se corona de victorias, pues si juntan las plumas de una Águila, con las plumas de otras Aves, las del Águila permanecen firmes, las de otras Aves se polillan, y fenecen. [...] plumas de Águilas muertas, sirven de armas, para que María Santíssima consiga la mayor victoria" (Sobrecasas 1681: 51).
[6] el término devoro se entiendo como "devorar", "destruir", pero también como "eclipsar", "ensombrecer", "afear".
[7] Ferrante Gonzaga, conocido también como Ferdinando I Gonzaga (Mantua, 1507-1557), tomó parte, en 1527, en el saqueo de Roma, y tras la muerte del Condestable Carlos de Borbón fue nombrado comandante en jefe del ejército imperial italiano (1527). Defendió Nápoles del asedio de las tropas francesas y logró la rendición de la República de Florencia.
[8] Desde 1526 gran parte del Reino de Hungría había quedado bajo la dominación otomana. La Ocupación Turca se prolongó en el reino húngaro hasta finales de 1600.
[9] Fisiólogo, 6 [1999: 145-146]. De aquí las palabras del psalmista, "renueva tu juventud como la del águila" (Salmos, 103). El texto del Fisiólogo lo recoge ya san Jerónimo en las Epistolas, XVIII, "ad Praesidium", IV.
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