martes, 16 de agosto de 2016

SUPER INSIGNI DUCATUS MEDIOLANI

Niño saliendo de la boca de una Serpiente, representados sobre un Escudo
Emblema de Maximiliano, Duque de Milán
[Alciato I, 1531: A2r; 1534: 5; 1536: A6v; 1539: 12; 1542: 18; 1549E: 17; 1549F: 15; 1550: 7]


Primero de los tres emblemas introductorios con que se abre el Emblematum liber de Alciato, dedicado a las armas del Duque Maximiliano, con el mote "Super insigni Ducatus Mediolani" ("Sobre el escudo del Ducado de Milán"). Sobre un árbol pende la divisa de los Visconti, duques de Milán, que nos muestra a un niño saliendo de la boca de una serpiente. La enigmática figura se acompaña con la siguiente subscriptio [1]:

            Al ilustrísimo Maximiliano, Duque de Milán
            Es noble divisa de tu familia un niño saliendo
            de las fauces de una sinuosa sierpe.
            Tales cosas vimos que traía el rey de Pella
            en sus monedas y que con ellas celebraba su
            estirpe: enseña que es hijo de Ammón 
            y nacido de semen divino, habiendo sido
            engañada su madre por la imagen de una
            serpiente. Sale por la boca: así, dicen, lo
            hacen algunas serpientes; ¿o tal vez es porque
            así nació Palas de la cabeza de Jove?


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[1] Alciato 1993: 28

TUTISSIMA VIRTUS

Piel de león y Clava sobre el Sepulcro de Hércules, situado en lo alto de un Promontorio, y de cuyo interior sale una Serpiente
La fortaleza de la Virtud
[Gille, Novum: III, 15. 1694: L2]


A partir de un motte extraído de Virgilio: "Et merito pietas homini tutissima virtus" (Etna, 629), confecciona Gille un emblema cuya subscriptio y exegesis son las que siguen: 

            "Martia plus fortis, sed et est tutissima Virtus. 
            Est tamen haec tuta, et faeminei generis.

Ist hoc in Orbe nihil communi a teli iactu intactum stare, ab usque prima scimus aetate. Virtutem vero sine corpore Coelis editam, natali ac naturali iure, qualibet ab injuria eximiam manere. Paris demum singulas quatuor per species affirmat. Herculis Clava, scopulo marino insita, inter ventos, fluctus, caeterasque inde tempestates erecta et indemnis significet".

La imagen representa un sepulcro (de Hércules?) erigido sobre un promontorio rocoso batido por las olas. De su interior sale una serpiente que asciende sobre los atributos del héroe: la clava y la piel de león. En términos generales, el emblema representa la Integridad con la que estos Atributos, símbolos de las Virtudes de Hércules, la Clava y la Piel de León, desafían las fuerzas de la Naturaleza, asentados con firmeza sobre una isla rocosa, como expresión de la fortaleza de la Virtud. La serpiente, como atributo de Hércules, probablemente se incorpora como símbolo de la sabiduría asociada a la Virtud, en relación con Hércules Galo (v. Alciato: 180).

Hércules (la Virtud), a salvo del ímpetu de las olas, sobre un firme promontorio, nos habla de la fortaleza que muestra la Virtud, y en especial la Virtud Heroica, según nos explica Ripa: "Lleva la piel de León y se apoya en la Clava, por ser ambos muy recios y fortísimos, al igual que la Virtud, si está plantada y arraigada con profundas y sólidas raíces, no hay ninguna fuerza capaz para extirparla y arrancarla, ni aun para moverla sólo un punto de lo que es su lugar" (Ripa, 2002: II, 424).

Sobre Hércules y sus Atributos en relación a la Virtud, v. Segni: Sibimet pulcherrima merces; Ripa: "Virtud heroica".


FORTIOR SPOLIIS

Piel de León y Clava de Hércules
Que, para ser más fuertes, debemos conservar los despojos
[Saavedra XCVII, 1640: 682]


El emblema que Giulio Segni dedicó a su colega Pompeo Vizani nos trae a la memoria este bello trabajo de nuestro Diego Saavedra. De nuevo la Clava y la Piel del León como tema central en la pictura del emblema, pero en esta ocasión se trata de una advertencia hacia el Príncipe: el vencedor se fortalece si sabe conservar los despojos, y se debilita cuando los regala. Fortior spoliis, "Fortalecido por los despojos". El propio Saavedra nos da la clave de este emblema en los preliminares de su glosa:

"Vencido el león supo Hércules gozar de la vitoria vistiéndose de su piel para sugetar mejor otros monstruos. Así los despojos de un vencimiento arman, i dejan más poderoso al vencedor, i así deven los Príncipes usar de las vitorias, aumentando sus fuerzas con las rendidas, i adelantando la grandeza de sus estados con los puestos ocupados. Todos los Reinos fueron pequeños en sus principios, después crecieron ocupando, i manteniendo. Las mismas causas, que justificaron la guerra, justifican la retención. Despojar, para restituyr, es imprudente, i costosa ligereza. No queda agradecido quien recibe oi lo que ayer le quitaron con sangre. Piensan los Príncipes comprar la paz con la restitución, i compran la guerra. Lo que ocuparon los haze temidos, lo que restituyen despreciados interpretándose a flaqueza, i quando arrepentidos, o provocados quieren recobrallo, hallan insuperables dificultades".

Según la tradición más extendida la piel de león, la leontée, típico atributo de Heracles junto con la Clava, procedía del león de Nemea, aunque según otras versiones se trataba de la piel de un león del Citerón. Vencido el león de Nemea, o de Cleonas, una enorme bestia de durísima piel, a prueba de hierro, bronce y piedra, Hércules consigue desollarlo utilizando las propias garras del animal, y sin tardanza se viste con esta piel invulnerable a modo de armadura, usando la cabeza como yelmo: "Se cubrió entonces con la piel del león, que, al ser muy grande, le envolvió todo el cuerpo, lo que le procuró una protección frente a los peligros que siguieron" (Diodoro Sículo IV, 11, 4. 2004: 46. Cf. Apolodoro II, 5, 1. Valerio Flaco I, 34). A partir de este momento siempre la llevará consigo. Durante su viaje a Eriteya, a bordo de una urna de bronce, se sirvió de esta piel para confeccionar una vela; en el desierto escita le protegió del frío y las tormentas; en el Tártaro le salvó de las embestidas que Cerbero le propinaba con su cola de púas, y en Salamina, la utilizó para envolver al recién nacido Áyax, hijo de su gran amigo Telamón, sosteniéndole entre sus brazos e implorando a su padre Zeus: "[...] hazle de cuerpo invulnerable, como esta piel me envuelve ahora a mí de aquella fiera que, cual primera de mis luchas, maté un día en Nemea" (Píndaro, Ístmicas VI, 47. Cf. Licofrón, Alejandra, 460).

Aun así, no siempre llevó Hércules su piel de león. En pugna contra el gigante Anteo sabemos que ambos se despojaron de sus pieles de león, en una lucha cuerpo a cuerpo. También se despojaba de ella en ciertos rituales, mudándola por "la túnica y el manto que solía usar en los sacrificios" (Apolodoro IV, 38, 1), y cuando intercambiaba, por diversión, sus ropas con Ónfale. La piel de león le cubría y protegía todo su cuerpo, tanto que en ocasiones era confundido con un león verdadero (como le ocurrió a Faetonte). En realidad el trasero del héroe era la única parte de su cuerpo que no quedaba cubierto por el despojo del león, y por eso se le había quemado a causa de las llamaradas que habían despedido por la boca Caco y el toro de Creta (lo cual había sido motivo de burla para los Cercopes).

Hércules supo conservar su trofeo, y éste le proporcionó una clara ventaja sobre sus rivales. Se lamenta a continuación Saavedra de las numerosas pérdidas que el Imperio español ha sufrido a lo largo de la historia, territorios que, una vez conquistados, los gobernantes no supieron conservar:

"Depositó su Magestad (creyendo escusar zelos, i guerras) la Valtelina en poder de la Sede Apostólica, i ocupándola después Franceses pusieron en peligro al estado de Milán, i en confusión, i armas a Italia. Manteniendo lo ocupado quedan castigados los atrevimientos, afirmado el poder, i con prendas para comprar la paz, quando la necesidad obligare a ella. El tiempo, i la ocasión enseñarán al Príncipe los casos, en que conviene mantener, o restituir para evitar mayores inconvenientes, i peligros, pesados con la prudencia, no con la ambición, cuyo ciego apetito muchas vezes por donde pensó ampliar, disminuyó los estados.
Suelen los Príncipes en la paz deshazerse ligeramente de puestos importantes, que después los lloran en la guerra. La necesidad presente acusa la liberalidad pasada. Ninguna grandeza se asegure tanto de sí, que no piense, que lo á menester todo para su defensa. No se deshaze el águila de sus garras, i si se deshiciera, se burlarían della las demás aves, porque no la respetan como a Reina por su hermosura, que más gallardo es el pabón, sino por la fortaleza de sus presas. Más temida, i más segura estaría oi en Italia la grandeza de su Magestad, si huviera conservado el estado de Siena, el presidio de Plasencia, i los demás puestos, que á dejado en otras manos".

La Valtelina, al norte de Lombardía, es un estratégico valle cuyo control fue disputado por españoles, franceses, suizos y alemanes desde su independencia en 1620. Controlado por el Imperio español, formó parte del llamado "camino español", en la ruta que siguieron los tercios españoles desde Italia hacia los Países Bajos, pero el territorio fue cedido a los protestantes grisones en 1639 con la única condición de que se respetara en este valle la práctica de la religión católica. Piacenza, en la Llanura Padana, capital del Ducado de Parma desde 1545, estuvo en poder del Milanesado hasta 1556, cuando fue restituida a la casa Farnese. Siena, rendida a Florencia en 1555, fue anexionada al Estado de los Reales Presidios, bajo dominio hispánico, pero Felipe II, que debía enormes sumas de dinero a los Médicis, la cedió, junto con otras fortalezas, al Ducado de Florencia, lo que a la postre supuso la pérdida definitiva de estas plazas, anexionadas desde 1569 al Gran Ducado de Toscana.

"No es de menos inconvenientes mover una guerra, que usar templadamente de las armas. Levantallas para señalar solamente los golpes, es peligrosa esgrima. La espada que desnuda no se vistió de sangre, buelve vergonzosa a la vaina. Si no ofende al enemigo, ofende al honor propio. Es el fuego instrumento de la guerra, quien lo tuviere suspenso en la mano, se abrasará con él. Si no se mantiene el exército en el país enemigo, consume el propio, i se consume en él. El valor se enfría, si faltan las ocasiones, en que exercitalle, i los despojos, con que encendelle. Por esto Vócula alojó su exército en tierras del enemigo [1]. [David a recibir a los Filisteos fuera de su Reino [2], i dentro del suyo acometió a Amasías el Rei de Israel Joas [3], sabiendo, que venía contra él]. Los Vasallos no pueden zufrir la guerra en sus casas sustentando a amigos, i enemigos: crecen los gastos, faltan los medios, i se mantienen bivos los peligros. Si esto se haze por no irritar más al enemigo, i reducille, es imprudente consejo, porque no se á de lisonjar a un enemigo declarado. Lo que se deja de obrar con las armas no se interpreta a benignidad, sino a flaqueza, i perdido el crédito, aun los más Poderosos peligran. 
Costosa fue la benignidad de España con el Duque de Saboya Carlos. Movió éste la guerra al Duque de Mantua Ferdinando sobre la antigua pretensión del Monferrato, i no juzgando por conveniente el Rei Filipe Tercero, que decidiese la espada el pleito, que pendía ante el Emperador, i que la competencia de dos Potentados turbase la paz de Italia, movió sus armas contra el Duque de Saboya, i se puso sobre Asti, no para entrar en aquella plaza por fuerza, lo qual fuera fácil, sino para obligar al Duque con la amenaza a la paz, como se consiguió. Desta templanza le nacieron mayores bríos, i bolvió a armarse contra lo capitulado, encendiéndose otra guerra más costosa, que la pasada. Pusiéronse las armas de su Magestad sobre la plaza de Berceli, i en aviéndola ocupado, se restituyó, i como le salían al Duque baratos los intentos, se coligó luego en Aviñón con el Rei de Francia, i Venecianos, i perturbó tercera vez a Italia. Estas guerras se huvieran escusado, si en la primera huviera provado lo que cortavan los azeros de España, i que le avía costado parte de su estado. El que una vez se atrevió a la mayor Potencia no es amigo, sino quando se ve oprimido, i despojado. Así lo dijo Vócula a las Legiones amotinadas, animándolas contra algunas Provincias de Francia, que se revelavan [4]". 

Cuando los franceses ocuparon Casale Monferrato durante la Guerra de Sucesión de Mantua (1628-1631), el Duque de Saboya Carlos Manuel I se alió primeramente con España, pero tras el avance del ejército francés hacia el Piamonte, el duque no dudó de cambiar de lado, aliándose con Francia.

"Los Príncipes no son temidos, i respetados, por lo que pueden ofender, sino por lo que saben ofender. Nadie se atreve al que es atrevido. Casi todas las guerras se fundan en el descuido, o poco valor de aquel, contra quien se mueven. Poco peligra quien levanta las armas contra un Príncipe mui deseoso de la paz, porque en qualquier mal suceso la hallará en él. Por esto parece conveniente, que en Italia se muden las máximas de España de imprimir en los ánimos, que su Magestad desea la paz, i quietud pública, i que la comprará a qualquier precio. Bien es que conozcan los Potentados, que su Magestad mantendrá siempre con ellos buena amistad, i correspondencia, que interpondrá por su conservación, i defensa sus armas, i que no avrá diligencia, que no haga por el sosiego de aquellas Provincias, pero es conveniente, que entiendan también, que si alguno injustamente se opusiere a su grandeza, i se conjurare contra ella obligándole a los daños, i gastos de la guerra, los recompensará con sus despojos, quedándose con lo que ocupare. Qué tribunal de justicia no condena en costas al que litiga sin razón?. Quién no provará su espada en el Poderoso, si lo puede hazer a su salvo.
Alcanzada una vitoria se deben repartir los despojos entre los soldados honrando con demostraciones particulares a los que se señalaron en la batalla para que premiado el valor le anime a mayores empresas, i sea exemplo a los demás. Con este fin los Romanos inventaron diversas Coronas, collares, ovaciones, i triunfos. A Saúl después de vencidos los Amalecitas [5] se levantó un arco triunfal. No solamente se án de hazer estos honores a los bivos, sino también a los que generosamente murieron en la batalla, pues con sus vidas compraron la vitoria. Los servicios grandes hechos a la República no se pueden premiar, sino es con una memoria eterna, como se premiaron los de Jonathas fabricándole un sepulcro, que duró al par de los siglos [6]. El ánimo que se reconoze immortal desprecia los peligros, porque también sea immortal la memoria de sus hechos. [Por estas consideraciones ponían antiguamente los Españoles tantos obeliscos alrededor de los sepulcros, quantos enemigos avían muerto [7].
Siendo Dios árbitro de las Vitorias, dél las debemos reconozer, i obligalle para otras no solamente con las gracias, i sacrificios, sino también con los despojos, i ofrendas, como hizieron los Israelitas después de quitado el cerco de Bethulia, i rotos los Asyrios [8], [i como hizo Josué después de la vitoria de los Haitas, ofreciéndole hostias pacíficas [9], en que fueron mui liberales los Reyes de España cuya piedad remuneró Dios con la presente Monarquía" (Saavedra 1640: 682-686; 1642: 714-718).

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[1] [Ut praeda ad virtutem incenderentur. Tac. lib. 4. hist.]. En Novesio (la actual Neuss, en el Bajo Rhin), Gallo Dilio Vócula, legado de la Legión XXII, y Erenio Gallo, al frente de la Legión XIII, unieron sus fuerzas; acuartelados en Gelduba (la actual Krefeld), "començaron a exercitar los soldados en ponerse en esquadrón, en fortificar, y atrincherar el campo, y en otros actos y exercicios de guerra. Y porque con la dulçura del robar se animassen al valor, llevó Vócula parte del exército a los lugares vezinos de los Gugernos" (Tácito, Historias, IV, 5. 1629: 909).
[2] [Venit ergo David in Baal Pharasim, et percussit eos ibi. 2. Reg. 5. 20]. "Bajó pues David a Baal Farasim, y allí los derrotó" v. Biblia vulgata Latina (1824: 359). 
[3] [Ascenditque Ioas Rex Israel, et viderunt se ipse, et Amasias Rex Iuda in Bethsames oppido Iudae. Percussusque est Iuda coram Israel. 4. Reg. 14. 11]. "Joás, rey de Israel, subió y se vieron las caras él y Amasías, rey de Judá, en Betsames, que está en Judá. Judá fue batido por Israel".
[4] [Nunc hostes, quia molle servitium, cum spoliati, exutique fuerint amicos fore. Tac. lib. 4. hist.] Se refiere el autor a las palabras pronunciadas contra los comandantes galos Julio Clásico y Julio Tutor, impulsores de una revuelta en la Galia en el año 70: "[...] los violadores de la paz y confederación, se desengañassen, de que avían de tener contra sí los mismos Dioses, y los mesmos hados. Que harto mejor avían sido conocidos sus ánimos por el divo Julio, y por el divo Augusto. Que la blandura de Galba, y la diminución de los tributos, les avían infundido alientos de enemigos. Que agora lo eran, por la blanda y apacible servidumbre; mas que en siendo tratados como merecían, y en viéndose desposseýdos de sus haziendas, serían amigos" (Tácito, Historias, IV, 11. 1629: 943)-. ¡
[5] [Et erexisser sibi fornicem triumphalem. I. Reg. 15. 12]. "[...] y que se había erigido un arco triumphal". v. Biblia vulgata Latina, vol.4 (1816: 82). 
[6] [Et statuit septem pyramidas, unam contra unam, patri et matri, et quatuor fratribus, et his circumposuit columnas magnas, et super columnas arma, ad memoriam aeternam, et juxta arma naves sculptas, quae viderentur ab omnibus navigantibus mare, hoc est sepulchrum, quod fecit in Modin, usque in hunc diem. I. Mach. 13. 28] "Encima levantó siete pirámides, unas enfrente de otras, dedicadas a su padre, a su madre y a sus cuatro hermanos. las asentó sobre sus basas y las rodeó de grandes columnas, y puso en ellas panoplias, naves esculpidas, que pudieran ser vistas de todos los que navegaban por el mar. Ese sepulcro que erigió en Modían perdura hasta el día de hoy" (I Macabeos, 13, 28-30)
[7] [Et apud Hispanos bellicosam Gentem obelisci circum cuiusque tumulum tot numero erigebantur, quot hostes interemisset. Arist. l. 7. pol. c. 2]. "Entre los iberos, pueblo belicoso, se elevan tantos obeliscos en torno a la tumba de un hombre como enemigos haya aniquilado". Aristóteles, Política VII, 2, 11 (1324b). 2000: 363)
[8] [Omnis populus post victoriam venit in Ierusalem adorare Dominum, et mox, ut purificati sunt, obtulerunt omnes holocausta, et vota, et repromissiones suas. Iud. 16. 22] "Llegados a Jerusalén, adoraron a Dios; y luego que el pueblo se hubo purificado, ofrecieron sus holocaustos, sus votos y sus ofrendas" (Judit, 16, 22). 
[9] [Et offeres super eo holocausta domino Deo tuo, et immolabis hostias pacificas. Deut. 27. 6] "Y ofrecerás sobre él holocaustos a Yavé, tu Dios; le ofrecerás sacrificios pacíficos".

Ver Montalvo, 8.


SIBIMET PULCHERRIMA MERCES

Piel de León que cuelga sobre la Clava de Hércules
Empresa de Pompeo Vizani
[Segni, 1601]


Presentamos en esta ocasión el Emblema que Iulius Signius dedicó a su colega y amigo Pompeo Vizani, y que acompañaba con la siguiente "subscriptio":

            Magnanimum Alcidem decoravit Clava, Leonis
            Tergus et hirsuti, solidae Virtutis imago,
            Quae sibi stat pretium, nec laudibus indiget ullis.
            Illa trophea tibi debentur, candide Scriptor
            Vizani, cuius monumentum grande laborum
            Te satis illustrem reddit sine munere vatum.

Los Vizani fueron una de las más grandes familias de Bolonia, con Pompeo Vizani (1540-1607) como uno de sus más celebrados representantes, ilustre literato e historiador, recordado principalmente por sus Diece Libri delle Historie (Bologna, Heredi di Gio. Rossi. 1601, obra de la que se extrae este emblema). El escudo de los Señores de Vizani era un cerdo negro con un fajín o cinturón blanco (Croce, 2006: 54), pero en este caso Giulio Segni optó por la figura del magnánimo Alcides para enaltecer la figura de Pompeo. Este Segni fue un poeta latino menor afincado en Bolonia, autor de Scelta di varii poemi volgari, et latini (Bolonia, 1583). En 1597, con motivo de las honras literarias publicadas para adorno del túmulo por las exequias del senador boloñés Camillo Paleotti (Bolonia, 1597), tuvo ya ocasión de honrar a su amigo:

            Gesta tui memora, Vizani, splendida Civis,
            Scriptor Felsineae nobilis Historiae. 

El mote, "[La Virtud] En sí misma, la más hermosa de las recompensas", lo toma Segni de Silius Italicus (Punica XIII, 663: "Ipsa quidem Virtus sibimet pulcherrima merces". véase Itálico, 2005: 490); y en el mismo sentido, Claudiano (17, 1): "Ipsa quidem Virtus pretium sibi". En palabras de Bartolomé Jiménez Patón: "[...] como a la virtud acompaña la verdadera honra, resplandece con las dignidades verdaderas, que es el premio que ella misma tiene en sí: Virtus merces sui ipsius" (Comentarios, 2010: 110). El mote ya lo había empleado Camerarius en su Symbolorum et Emblematum, III, 20 (1596), con la figura de un pavo real, símbolo de la Virtud, un emblema tomado de Giulio Cesare Capaccio (Delle Impresse, 1592, III: 12): "Mas, por hechos de Virtud, lleva por Empresa el Pavo Giovan Vincenzo Egidii, Cavallero gentilísimo que fue en vida, y será tras su muerte, y no por menos debemos dedicarle las palabras de Silio, Sibi met pulcherrima merces, en loa de la Virtud" (Cf. Valeriano, Hieroglyphicorum collectanea, 1610: 200).

La Clava y la Piel de León que adornan a Hércules son símbolos de la Virtud, siendo ésta la más bella de las recompensas, pues el hombre verdaderamente virtuoso no necesita de alabanza alguna. Aquéllos trofeos dedica el autor a Vizani, cuya monumental obra lo hará famoso entre todos los poetas. 

Hércules, como símbolo de la Virtud, queda perfectamente retratado en la obra de Calvete de Estrella, quien describe un "jeroglífico" que anticipa de algún modo el emblema que nos ocupa, con el mote Colit Ardua Virtus ("La Virtud no mora, sino en las cosas altas") y donde se dibuja un "Hércules armado como la Virtud, y tenía en sus manos una maça de armas", con la siguiente subscriptio: "[...] versos, que los dezía Hércules a la Virtud. Pulchra tua est merces Virtus, [...]. Hermoso premio es el tuyo Virtud". (Calvete, 1552: 218v).

No fueron, por tanto, la Clava y la Pellica los trofeos más importantes de Hércules, sino que el más alto premio fue su propia Virtud, la cual le llevó a ser honrado entre los inmortales. Lope, siguiendo a Itálico, nos dijo que los virtuosos no deben ser premiados por ello: "Pues la virtud es premio de si propia" (Soneto XXXVIII, a Pedro Liñán. Cf. Arcadia (1605: 395), El Tirano castigado, Jerusalén conquistada, XVII), pero Jerónimo Jiménez de Urrea quizá nos lo aclare: "El virtuoso no dessea que le hagan honrra por ambición, ni desseo de ser loado, sino para pagar sus obras como ellas merecen, y poner la honrra donde ella deve estar" (Urrea, 1566: 79v). Por concluir, citemos al gran Catón, que un tanto pragmático nos dice: "[...] aquéllos que quitan a la Virtud su honrra y premio, son causa que los mancebos huyan della" (Erasmo, Apothegmas, 1549: 218v).

Para Hércules y sus Atributos en relación a la Virtud, véase Gille (Novum III, 15), Ripa ("Virtud heroica"). Saavedra tomará la pictura en otro sentido (v. Saavedra, 97)



miércoles, 10 de agosto de 2016

AMAT VICTORIA CURAM

Rinoceronte que afila su cuerno sobre una Roca
El hombre prudente que se prepara antes de la contienda
[Academia Altorfina, 1617: 76]


Emblemas relacionados:
[Villava I, 16; 1613: 45]: "Fortius ut pugnem"
[Ruscelli 1584: 26]: "Amat victoria curam"

El rinoceronte, como símbolo del valor, había aparecido en la empresa personal de Alejandro de Médici ("No vuelvo sin vencer"), tal como la diseñó Paolo Giovio, y en la marca del impresor Juan Lorenzo Palmireno ("In silentio et in spe erit fortitudo. Esa. XXX") como jeroglífico de la fortaleza, y en este mismo sentido Valeriano, apoyado en los textos bíblicos, lo toma como jeroglífico de hombre Fuerte ("Robustus") [1], aunque también utiliza la imagen del rinoceronte como jeroglífico de la ira desenfrenada, bajo el título "Iracundia ex tarditate ferocior" ("La ira, de la tardanza se hace más feroz") [2].   

"Entre el rinocerote, y el elefante, ay una enemistad natural, y casi son de un cuerpo, salvo que el rinocerote tiene las piernas más cortas, aguza sus cuernos en las piedras, y acomete a herirle por la barriga, conociendo por natural istinto que tiene el cuero en aquella parte más blando y penetrable, y con esto suele muchas vezes vencerle, y assí es hieroglífico del Rey menos poderoso que por ardides de guerra vence al que tiene mayor aparato y más gente, y absolutamente se toma por una gran fortaleza, o por alimaña, o persona indómita y feroz, como consta assaz de los lugares que tengo alegados. Pierio Valer. título de Rhinocerote, refiere gran parte de lo dicho, y algo dello es de Plinio lib. 8, cap. 20. de rhinocerote" (Sebastián de Covarrubias, Tesoro de la lengua, "Bada". 1611: 112)
  
Acerca de la natural enemistad entre el rinoceronte y el elefante han corrido ríos de tinta. Siendo el rinoceronte de menor tamaño que el elefante, su única posibilidad para vencer era colarse por entre las piernas de su adversario, y desde allí clavar su cuerno en el vientre del elefante. El rinoceronte, para asegurarse del éxito, previamente había afilado su cuerno sobre unas rocas:

"[...] después de afilar su cuerno contra las piedras se prepara para la lucha, buscando en el combate sobre todo el vientre, que sabe que es más blando" (Plinio, VIII, 71. 2007: 87). "En el extremo de la nariz lleva un cuerno chato de forma pero parecido al hierro en dureza. Disputando siempre con el elefante por el pasto, afila el cuerno contra cualquier piedra y, lanzado a la batalla contra la bestia antes citada y deslizándose bajo su vientre, desgarra la carne con el cuerno como con una espada" (Diodoro de Sicilia, III, 35, 2-3. 2001: 470). "Ese cuerno es de punta muy buida y tiene la dureza del hierro. Además, lo afila en las rocas y luego atacará a un elefante frente a frente, si bien en otros aspectos no puede competir a causa de la altura y la enorme fuerza de aquél. Se mete, pues, bajo las patas del elefante, con el cuerno acuchilla y desgarra su vientre y en poco tiempo el elefante se desploma por efecto de la hemorragia" (Eliano, XVII, 44. 1984: 305). "Esta bestia tiene el color del boje, en la nariz un cuerno único y curvado hacia atrás, que afila en punta restregándolo a menudo en las rocas, y lo utiliza para luchar contra los elefantes: tienen su misma longitud, aunque con las patas más cortas, y por naturaleza acometen al vientre, pues comprenden que es la única parte donde sus cornadas pueden penetrar" (Solino, Mem., 30, 21. 2001: 418).

Esta artimaña del rinoceronte fue tomada por Valeriano como símbolo del 
Rey débil que logra vencer al más fuerte mediante el ingenio ("Rex potens imbecillioris artificio petitus"). Aquí, en un sentido quizás más positivo, el emblema de la Academia Altorfina se centra el alabar el prudente comportamiento del rinoceronte, que antes de la contienda afila su cuerno, como bien reza el mote: "Amat victoria curam" ("La victoria favorece a los que se preparan") [3]. La medalla en cuestión fue entregada a los alumnos más destacados de la Universidad en el año 1581, con un discurso pronunciado por el joven barón austriaco Georg Erasmus von Tschernembl (1567-1626):

"Esta imagen, que como atributo nuestro han grabado en la medalla, es la del Rinoceronte, cuyo cuerno, que posee en la nariz, afila y lima sobre la roca. Esto, dicen que hace este animal, cuando va a luchar contra el elefante, cuyo vientre sabe que es capaz de penetrar con su agudo cuerno, y atacando precipitadamente, consigue herir al elefante en esta parte de su cuerpo, hasta matarlo. Pero si el rinoceronte no acierta con su golpe en el vientre del elefante, éste le golpea con su trompa y lo desgarra con sus dientes. En el año 1515 Alberto Durero, notable pintor norimbergués, realizó un excelente y vívido retrato del rinoceronte que Manuel, rey de Portugal, había recibido del rey de la región India de Cambaria. A partir de este dibujo de Durero, sospecho que ha sido tomada la imagen del rinoceronte, que se muestra en nuestra medalla. Y para demostrar la forma en que estos dos animales luchan y pelean, el rey de Portugal, organizó un combate entre ambos, pero se dice que el elefante huyó nada más ver al rinoceronte. Por lo que deducimos que el rinoceronte es animal de enorme coraje, y siendo más pequeño que el elefante, no evita sin embargo el enfrentamiento, pues confía en su cuerno y sabe que con él puede alcanzar la victoria. Así, nos quieren decir con esta imagen del rinoceronte, que no debemos precipitarnos a la hora de luchar contra el enemigo fuerte y poderoso, y para las futuras contiendas, mejorar y preparar con diligencia nuestros cuernos con la roca, para poder alcanzar así la victoria. En la imagen de la medalla, junto al rinoceronte que afila su cuerno con la roca se añade esta frase, que procede de una obra de Cátulo [4]: AMAT VICTORIA CURAM, frase cuyo significado no ha lugar a dudas: No hay victoria, sobre cualquier enemigo, sin preparación, sin trabajo, y sin algún peligro [5]. Frase que se puede ilustrar con muchos ejemplos de ilustres reyes, príncipes y duques que ha habido a lo largo de la historia". 

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[1] Y así lo recoge también Typot, con el mote "Fortitudo" (1601: 18)
[2] HieroglyphicaII, "De Rhinoceronte" (1556: 21). A partir del conocido texto de Marcial (Espec., 26)
[3] cf. Villava, I, 16, "Fortius ut pugnem" ("Para que luche con más fuerza").
[4] LXII, 16: "Iure igitur vincemur, amat victoria curam".
[5] Tácito, Anales, I, 7: "ut cui sine labore ac periculo ditissimi belli victoria evenisset"


martes, 9 de agosto de 2016

NON BUELVO SIN VENCER

Rinoceronte
Empresa de Alejandro de Médici
[Giovio, 1555: 51; 1556: 37-38; 1558: 43-44; 1559: 49; 1574: 55], [Tasso 1594: 36], [Typot, 1603: 37]

Imagen de la edición de 1559, p.49


"Después de la muerte del Cardenal [1], el Duque Alexandre [2], haviendo tomado por muger, y hechas las bodas, a Madama Margarita de Austria, hija del Emperador Don Carlos, y governando a Florencia con igual justitia grata a los Ciudadanos, principalmente en los casos del dar, y haver; y hallándose próspero, y potente, desseava mostrar su valor, y bondad en la guerra, diziendo, que por alcançar gloria, y defender la parte Imperial havría entrado valorosamente en qualquiera fifficultosa empresa determinando de vencer, o morir. Me pidió un día muy ahincadamente, que le inventasse alguna gentil empresa, para la sobrevesta de las armas según esta significación. Y assí yo le di aquel fiero animal llamado Rhinocerote, enemigo capital del Elefante; que haviéndolo embiado a Roma Don Manuel Rey de Portugal para que combatiesse con él, haviéndolo visto en Provença donde lo desembarcaron, se ahogó en la mar por causa de una gran tormenta, en los peñascos cerca de Portovenere; no siendo possible, que se salvasse, por estar encadenado, aunque sabía muy bien nadar, por la asperidad de los muy altos peñascos, que cría toda aquella costa. Mas con todo esso traxeron su retrato a Roma, con su figura, y tamaño; lo qual fue por el mes de Hebrero, del año del S. MDXVI, con la relación de su naturaleza; la qual según Plinio [3], y assí como lo cuentan los Portugueses, es ir a buscar el Elefante, y combatiéndolo, y hiriéndolo debaxo de la barriga, con un duro, y agudo cuerno, que tiene en la frente, no dexa al enemigo, ni el combate, hasta que no lo ha derribado, y muerto; lo qual las más vezes le succede, quando el Elefante con su trompa no lo ase por la garganta, y lo ahoga, allegándosole cerca. Hizo pues la forma del dicho Rhinocerote en riquíssimas bordaduras de oro, que assí mesmo le servían de cubiertas para sus cavallos bárbaros muy preciados, que corren en Roma, y en otras partes el precio del palio, con un blasón encima en lengua Castellana, que dezía, No Buelvo Sin Vencer. Es a saber no tornaré atrás sin alcançar victoria, según aquel verso, que dize. Rhinoceros nunquam victus ab hoste redit [4]. Y parece que esta empresa le contentó tanto, que la hizo entallar de lavor gravada en el pecto de su arnés". (Diálogo de las Empresas Militares, 1558: 43-44).

El episodio del rinoceronte Ganda es bien conocido. A principios de 1514 el sultán de Khambhat lo había regalado a Alfonso de Alburquerque, gobernador de la India Portuguesa, quien decidió a su vez entregarlo como presente al rey Manuel I de Portugal. Tras un viaje en barco de ciento veinte días el rinoceronte llegó a Portugal en mayo de 1515, causando una gran sensación. El exótico animal fue alojado en la casa de fieras del Palacio de Ribeira, en Lisboa, y el 3 de junio se le hizo participar en una pelea frente a un joven elefante [5]. El revuelo causado en Portugal tras la llegada de Ganda debió de ser monumental. Un tal Valentim Fernandes, mercader moravo, pudo observar al rinoceronte poco después de su llegada, y en junio escribió una carta a un amigo de Nuremberg, donde describía al animal. Por aquellos días una segunda carta de un autor desconocido fue enviada de Lisboa a Núremberg, en la que se adjuntaba un boceto realizado por un artista desconocido. Esta segunda carta y el boceto fueron utilizados por Durero para la ejecución de su famoso grabado del rinoceronte, con una inscripción basada en el texto de Plinio [6].


El Rinoceronte de Durero (1515)


Sobre la misma época Hans Burgkmair realizó un grabado similar en Augsburgo. Sabemos que Burgkmair mantenía correspondencia con mercaderes de Lisboa y Núremberg, pero no está claro si tuvo o no acceso a la carta o al boceto que vio Durero, o si vio él mismo al animal en Portugal. Su imagen es más precisa, omite los añadidos de Durero más extravagantes e incluye los grilletes y la cadena usados para sujetar al rinoceronte.



El Rinoceronte de Burgkmair (1515)


En 1514 Tristao da Cunha fue nombrado embajador del rey de Portugal ante el papa León X. Con objeto de presentar en Roma las nuevas conquistas de Portugal, la embajada portuguesa desfiló por las calles de Roma el 12 de marzo de 1514, en una extravagante procesión de fauna exótica y riqueza de las Indias. El papa había enviado ricos regalos al rey Manuel, y éste respondió con un barco lleno de especias y un espectacular elefante blanco, al que el pontífice había puesto el nombre de Hanno. Dado el enorme éxito del desfile, al año siguiente, con objeto de fortalecer la relaciones con el pontificado, el rey Manuel decidió repetir el espectáculo con el rinoceronte Ganda, cuya fama se extendía como la pólvora gracias al grabado de Durero [7]. 

El viaje en barco del rinoceronte y su posterior naufragio ya lo había referido Giovio en el Elogia virorum bellica (1551: 206; 1554: 264-265), con respecto a las hazañas del explorador y comandante portugués Tristao da Cunha. El rinoceronte, adornado con un collar de terciopelo verde decorado con flores, embarcó en diciembre de 1515 junto con otros obsequios preciosos, como láminas de plata y especias. A principios de 1516 el buque pasó cerca de Marsella, donde se detuvo para que el rey Francisco I de Francia pudiera ver al animal. Tras reemprender su viaje, en febrero de 1516, el barco naufragó en la costa de Liguria. El rinoceronte, encadenado y sujeto por grilletes a la cubierta, fue incapaz de nadar hasta la costa para salvarse y murió ahogado. Recuperado su cadáver, su piel fue enviada de vuelta a Lisboa, donde fue rellenada de paja. El animal, ya disecado, fue enviado de nuevo a Roma, a donde llegaría en febrero de 1516. Artistas renacentistas como Rafael Sanzio y su alumno Giovanni da Udine pudieron contemplarlo en la exposición, antes que desapareciera misteriosamente hacia la década siguiente, quizás durante el pillaje y los incendios del Saco de Roma de 1527 [8].

Grabado de Enea Vico para Antonio Salamanca (1548)


Copia de David Kandel del grabado de Durero para la edición latina de la Cosmographía de Munster (Basilea, 1552)



Juan Lorenzo Palmireno trabajaba en unos comentarios al Diálogo de las Empresas, publicadas por Paulo Giovio en 1555, y de las que dejó unos apuntes manuscritos, cuando publicó en griego los Jeroglíficos de Horapolo [9]. En la portada de su obra colocó una empresa, cuya imagen no era otra que el rinoceronte de Durero, acompañado por el mote: "In silentio et in spe erit fortitudo. Esa. XXX" ("En el silencio y en la esperanza estará vuestra fortaleza. Isaías, 30"), y esta misma imagen fue la que utilizó Giovio para la empresa de Alejandro de Médici que apareció en la edición de 1559, sin que podamos discernir quién copió a quién. 



El diseño de la empresa, basado en el grabado de Durero, se mantuvo en la edición de 1574 

La fuerte pugna entre el rinoceronte y el elefante por los lugares de pasto, que dista mucho de ser real, figuraba ya en Artemidoro (en Estrabón, XVI, 4, 15 [C 774/775] y Agatárquides (Sobre el Mar Rojo, 71 [Focio, Biblioteca, cod. 250, 455 a-b]), descrita luego por Plinio (VIII, 72), Diodoro Sículo (III, 35, 2-3), Opiano (Cinegética, 2, 551), Eliano (XVII, 44) y Solino (Mem., 30, 21).

"Sería inoportuno describir la estampa del rinoceronte, porque griegos y romanos lo conocen por haberlo visto. Pero no hay nada malo en describir las características que presenta su género de vida. Tiene un cuerno en el extremo de la nariz y de ahí le viene el nombre. Este cuerno es de punta muy buida y tiene la dureza del hierro. Además, lo afila en las rocas y luego atacará a un elefante frente a frente, si bien en otros aspectos no puede competir a causa de la altura y la enorme fuerza de aquél. Se mete, pues, bajo las patas del elefante, con el cuerno acuchilla y desgarra su vientre y en poco tiempo el elefante se desploma por efecto de la hemorragia. El rinoceronte entabla combate con el elefante por la posesión del pasto y acontece que se puede uno encontrar con muchos elefantes muertos de la manera dicha. Pero si el rinoceronte no se apresura en obrar como dije, sino que es aplastado al meterse debajo, el elefante enrolla en torno a su cuerpo la trompa, lo retiene fuertemente, lo arrastra hacia sí, cae sobre él y, empleando sus colmillos a guisa de hachas, lo descuartiza. Porque, aunque el rinoceronte tiene una piel dura hasta el punto de que no puede atravesarla una flecha, la fuerza de su atacante es grandísima" (Eliano, Historia de los animales, XVII, 44. 1984: 305-306).

Elephantographia curiosa, 1723, p.120

Con todo, la idea central del emblema es la valentía y coraje del rinoceronte, que expresa Giovio a través de la expresión Rhinoceros nunquam victus ab hoste redit, en alusión a un epigrama que aparece en el Libro de los espectáculos de Marcial [10], donde un rinoceronte en plena pelea, ya cansado, parece decepcionar al público que lo contempla abatido; pero el animal, recuperando el aliento, carga de nuevo contra un oso, dos novillos, un búfalo y un bisonte, haciendo retroceder a un despavorido león, en el momento en que ya es abatido por las flechas.


Torcuato Tasso la menciona en su Dialogo dell´Imprese: "La empresa del Rinoceronte fue llevada por el Duque Alejandro, con el mote Non buelva sin´ vencér, pero como dicen, es figura del hombre robusto" (1594, p.36), y Typot, que sigue en todo a Giovio, la incluye en el tercer libro de sus Símbolos, con un mote en latín que reza "Non recedo nisi vincam":

"Alexander iste, cum Margaretham Austriacam Imperotoris filiam duxisser in uxorem, ac Thusciam aequissime regeret, Seque optima corporis constitutione praeditum animadverteret; voluit rebus bellicis se clarum reddere, ac gloriae causa, pro parte Imperatoris se quodvis periculum subire, imo vel vincere vel occumbere velle, narrabat. Ad hunc scopum cum Hierographiam quaereret, nulla hac aptior visa fuit: Rhinoceros enim ad pugnam adnatis armis instructum animal, Elephantem aggredi solet, ventremque tanquam caeteris partibus molliorem cornu, quod in fronte vel tergo habet, petit, eo animo, ut non decedat a pugna, nisi elephantem prostraverit, et interfecerit. Ob id convenit Symbollum Glyphe, NON BUELVO SIN VINCER, hoc est, non recedam nisi vincam, Rhinoceros enim (ut ait poeta) nunquam victus ab hoste recedit".

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[1] Silvio Passerini (1469-1529), regente de Florencia durante las ausencias del duque Alejandro de Médicis.
[2] Alejandro de Médici (1510-1537), nombrado primer Duque de Florencia el 27 de abril de 1532 y casado con Margarita de Austria, hija ilegítima del Emperador, el 29 de febrero de 1536, fue asesinado poco tiempo después, el 6 de enero de 1537, por su primo Lorenzino de Médici.
[3] Plinio, VIII, 72: El rinoceronte es enemigo natural del elefante, "buscando en el combate sobre todo el vientre, que sabe que es más blando" (2007: 87)

[4] "El rinoceronte nunca regresa vencido por el enemigo".
[5] Para ver si era cierto el relato de Plinio. El combate fue un fiasco, pues el joven elefante huyó despavorido.
[6] "En el primero de mayo del año 1513, el poderoso Rey de Portugal, Manuel de Lisboa, trajo semejante animal vivo desde la India, llamado rinoceronte. Esta es una representación fiel. Tiene el color de una tortuga moteada, y está casi completamente cubierto de gruesas escamas. Es del tamaño de un elefante, pero tiene las patas más cortas y es casi invulnerable. Tiene un poderoso y puntiagudo cuerno en la punta de su nariz, que afila en las rocas. Es el enemigo mortal del elefante. El elefante se asusta del rinoceronte, pues, cuando se encuentran, el rinoceronte carga con la cabeza entre sus patas delanteras y desgarra el estómago del elefante, contra lo que el elefante es incapaz de defenderse. El rinoceronte está tan bien acorazado que el elefante no puede herirle. Se dice que el rinoceronte es rápido, impetuoso y astuto".
[7] Y del que el propio pontífice tenía un ejemplar: "El Rhinocerote es un animal quadrúpede, bestia fiera, que tiene sobre la nariz un cuerno retorcido, gruesso, y no muy largo; pero reforçado con otro pequeño pegado a él en su raiz y nacimiento. [...] Al Papa León décimo embió el Rey de Portugal retratado en un lienço un Rhinocerote que le avían traýdo de la India por cosa muy rara" (Sebastián de Covarrubias, Tesoro de la lengua, "Bada") 
[8] Sin despertar la misma expectación que el animal vivo desató en las calles de Lisboa, la llegada del animal disecado a Roma fue todo un acontecimiento. Los dibujos de este rinoceronte disecado fueron muy apreciados por Francisco II Gonzaga (1466-1519), gobernador de Mantua, fascinado por la llegada de este impresionante animal a Roma. En marzo de 1516 pidió a Carlo Agnelli (1480-1528) que le proporcionase un retrato del "rinoceronte que manda a N.S. el Rey de Portugal, lo más parecido y lo más natural que sea posible, de pequeño tamaño, pero con las medidas justas de altura y longitud". Agnelli pudo conseguir el dibujo solicitado, del cual decía Federico II Gonzaga, hijo de Francisco, que había visto al animal durante su breve parada en Francia, que era el más convincente de los varios dibujos que había recibido de Roma (al menos uno procedente del mantuano Amico Maria della Torre).
[9] Oroy Apollonos Nielooy Ierogluphica (Valencia, 1556)
[10] Marcial, Espect., 26 (22), "A Carpóforo": "Mientras los temblorosos domadores provocan a un rinoceronte y se concentra durante un tiempo la ira de la gran fiera, [...] al fin volvió su antes reconocida furia". cf. Espect. 11 (9), "Lucha entre un rinoceronte y un toro". v. Marcial, 2001: 6 y 12.


lunes, 8 de agosto de 2016

FORTITUDO

Rinoceronte delante de un Roble, del que cuelgan un Arco y un Carcaj
La Fortaleza de Cristo en la Cruz
[Typot, 1601: 18]


Et hic bellua nos animat. Rhinoceros est, ad Fortitudinem, ut Taurus ad Temperantiam, melius nota Oppiano, quam Aristoteli. Nam Romae Pompeius exhibuerat populo, et Emanueli Regi Lusitanie exhibuit Cambeja. Fortitudinis exemplar est, quod e duello, quod cum Elephante, propter pascua perpetuum est, nunquam redeat, ni parta victoria. Mori scilicet mavult, quam vinci. 
Ad fortitudinem quoque spectant, quae vides de annosa quercu suspensa, Arcus et Pharetra, imo ipsa quercus, quae suo robore, elidit robut tempestatis, ne dicam temporis. Ita longaeva est, quanquam non vires corporis, sed animi robur, animans nos per animantia, plantas, et inanima Natura a nobis requirat. 
Fortis enim est, qui se ipse vicit, et quibus vulgo pauci reluctantur, si non ratione, recordatione crucis, superavit animi, veluti procellas, impetus.

Emblema dedicado a la Cruz, símbolo de la Fortaleza de Cristo, como reza el Libro de Horas según el uso romano: "De la cruz fue descendido en la hora vespertina, la fortaleza se estendió en la mente divina, a tal muerte se sometió aquél que es del mundo medicina" (Libro de Horas, "Hora de la Cruz", 1551: 161), y es por esta razón por lo que en el devocionario se nos invita a seguir los pasos de Cristo, pues únicamente tomando el camino de la cruz se demostrará nuestra fortaleza, pues "En la cruz es la salud y la vida. En la cruz es la defensa de los enemigos. En la cruz está la infusión de la suavidad soberana. En la cruz es la fortaleza del coraçón" (De Imitatione Christi, II, 12, "Del camino real de la sancta Cruz". 1572: 48v). 



Efectivamente el rinoceronte, así como el toro es símbolo de la Templanza (v. Horapolo, 1991: 128, 538), es imagen de la Fortaleza, demostrando su enorme fuerza y coraje en su lucha contra el elefante, con quien pelea por los mejores pastos, prefiriendo incluso la muerte antes que la derrota. Pompeyo lo exhibió ante el pueblo romano, y Emanuel, rey de Lusitania, lo llevó a Portugal. El arco y el carcaj son, igualmente, símbolos de la Fuerza, así como el viejo roble, árbol tan duro, que resiste el ímpetu de las tormentas y el paso del tiempo.


Es cierto que Aristóteles parece no conocer al rinoceronte, aunque sí lo mencionan entre otros Agatárquides (De mari Erythraeo, 71) y Lucilio (Sátiras, 3, 8). El autor nos remite a la Cinegética de Opiano: "El rinoceronte no es de tamaño mucho mayor que el violento órix. Un poco más arriba de la punta de su nariz se levanta un cuerno terrible y afilado, una cruel espada. Con su embestida podría taladrar el bronce y con su golpe podría rajar un duro peñasco. Ataca al elefante, aunque es muy fuerte, y muchas veces yace en el polvo el cadáver de tan poderosa bestia. Unas leves manchas rojizas brillan sobre su rubia y peluda frente, y más intensas en su espalda" (Opiano, De la caza, II, 551-559. 1990: 108). Cf. Diodoro Sículo, 3, 35, 2-3; Estrabón, 16, 4, 15; Eliano, XVII, 44. 

Plinio nos da noticia de la aparición del rinoceronte indio (de un solo cuerno) en los juegos de Pompeyo Magno, donde "se vio al rinoceronte de un solo cuerno en la nariz, del tipo que es frecuente. Éste es el segundo enemigo natural del elefante: después de afilar su cuerno contra las piedras se prepara para la lucha, buscando en el combate sobre todo el vientre, que sabe que es más blando" (VIII, 71). Hay también testimonio de la aparición del rinoceronte en los espectáculos de Roma en tiempos de Augusto (Suetonio, Augusto, 43), y Marcial describe las enconadas luchas entre el rinoceronte africano (de dos cuernos) y otras fieras en su Libro de los espectáculos

"Mientras los temblorosos domadores provocan a un rinoceronte y se concentra durante un tiempo la ira de la gran fiera, se perdía la esperanza puesta en los combates del prometido Marte; pero al fin volvió su antes reconocida furia. En efecto, levantó con sus dos cuernos a un pesado oso tal como un toro arroja hasta las estrellas los peleles sobre sus astas. [¡Con qué certero golpe dirige los venablos nóricos la diestra valiente del todavía joven Carpóforo!] Aquél llevó fácilmente sobre su cerviz a dos novillos, ante aquél cedieron un atroz búfalo y un bisonte; al huir de él un león, se precipitó corriendo contra los dardos: ¡ve ahora y quéjate, turba, de largos retrasos!" (Marcial, Libro de los espectáculos, 26, "A Carpóforo". Cf. Espec. 11, "Lucha entre un rinoceronte y un toro". v. Marcial, 2001: 6 y 12).

Según las crónicas de Sebastian Münster el rey de Portugal, Manuel I, hizo traer un rinoceronte vivo procedente de la India, arribando a tierras lusas el primero de mayo de 1513. De color del boj era enorme como un elefante, aunque poseía unas patas cortas. Todo su cuerpo estaba cubierto de fuertes armaduras, incluida la cabeza; tenía un cuerno robusto y agudo sobre la nariz, el cual limaba y preparaba para el combate, pues descargaba toda su furia en su lucha por conseguir los mejores pastos. En 1515 el rey Manuel "El Afortunado" celebró unos juegos y certámenes donde pudo observarse el combate entre un elefante y un rinoceronte, espectáculo digno de admiración, donde el elefante fue derrotado (Cosmographiae universalis, V. 1550: 1086).



Rinoceronte. Grabado de la primera edición de la Cosmographiae universalis, 1544: 762)



Paolo Giovio había utilizado la figura del rinoceronte como símbolo del valor, y así aparecía en la empresa de Alejandro de Médici, significando así el arrojo y la furia del duque en la batalla, pues según rezaba su lema, prefería morir antes que regresar vencido ("No vuelvo sin vencer"); poco después el impresor Juan Lorenzo Palmireno utiliza el rinoceronte de Durero como marca personal, con el mote: "In silentio et in spe erit fortitudo. Esa. XXX" ("En el silencio y en la esperanza estará vuestra fortaleza. Isaías, 30") [1], y en este sentido Valeriano [2], apoyado en los textos bíblicos, lo toma como jeroglífico de hombre Fuerte ("Robustus"), y en tal sentido lo recoge Typot, con el mote "Fortitudo".

"Los Rinocerontes fueron llamados assí, por tener un cuerno en la nariz, que esto significa Rinoceros. A éste en algunas partes de las sagradas letras con nombre Hebreo, le llaman Reen, como al unicornio, y la causa es, ser este nombre genérico, que comprehende a todos los animales que tienen un cuerno. Pero cierto es, ser muy diferentes estos dos, assí en la forma, como en la naturaleza. Es el Rinoceronte, de fuerte y gruesso cuerpo, tiene el cuero recio y duro, casi del color de la corteza del box, o de la encina, y algo semejante al del elefante, es áspero, y rugoso, con unas grandes alforças, y costuras, de suerte, que parece andar cubierto con algún lienço encerado. Tiene las piernas gruessas y cortas, mucho más que el elefante, la uña hendida, la cabeça grande y fuerte, los ojos pequeños, orina hazia atrás, y ayúntase como el león, y como el elefante es tan fuerte y feroz, que escrive Marcial [3], que en los espectáculos de Domiciano César, echaron a un Rinoceronte un toro, y le echó de solo un golpe con su cuerno en alto, y después hizo lo mesmo de un oso. Tiénenle tanto temor los cavallos, que solo de olerle tiemblan, y viéndole desde muy lexos huyen, reconociendo su ferocidad y fuerça. Por esta causa es Ieroglífico, del hombre fuerte y robusto [4], y assí lo vemos en la Escritura divina, donde comparó Balaan la fuerça de Dios, a la del Rinoceronte [5]. Tienen estos y los elefantes grandes peleas, por defender sus pastos, y para entrar en la batalla, aguza el Rinoceronte su cuerno en las piedras, y procura herirle por las tripas, porque si le da en otra parte, el elefante con sus colmillos le hiere, de tal suerte, que aunque su cuero es duríssimo, se le passa mejor que una saeta, pero pocas vezes dexa el rinoceronte de salir vencedor, no siendo pequeño, o enfermo. Refiere Conrado, que en Lisboa echaron para espectáculo estas dos bestias, y que huyó el Elefante, viendo al rinoceronte, y assí los Alemanes llaman a este animal Helefante Meyster, que es tanto como dezir "vencedor", o "señor del Elefante" (Gerónimo de Huerta, VIII, 20. 1599: 164)

"Aora mirad, es Dios muy de ordinario en la sagrada Escritura comparado al Rinoceronte, animal fiero y bravíssimo. Assí le llamó Balám en el cap. 24 de los Números. Cuius fortitudo similis est Rinocerotis [5]. La fortaleza de Dios es muy semejante a la del Rinoceronte, con quien nadie se atreve a burlar, porque de un encontrón hará pedaços un hombre. [...] su fortaleza es de manera, que no sufre cosquillas, ni se dexa domesticar, quiebra cordeles y maromas, rompe cadenas y lazos, si le quieren picar con la aguijada, como hazen al buey, no lo siente, porque es como picar un peñasco; si ponerle yugo, el cuerno que tiene, no es para esso a propósito" (Diego de la Vega, Empleo y Exercicio Santo, 1607: 117-118)

El roble, o la encina, como árbol consagrado a Júpiter, es símbolo de fuerza, y fortaleza, y así con coronas de roble se distinguían los valientes y esforzados soldados, "[...] que con ramos de roble en señal de su fortaleza sean coronados" (Erasmo, Manual del Cavallero Christiano, 1. 1555: 18). "Y aquesta excelencia de los robles denota ferocidad y valentía, y experto conoscimiento de la militar disciplina, ca la corona de los robles a los fuertes pertenece, y a ellos es atribuyda, y aun esta palabra roble bien lo demuestra y denota fortaleza, ca emana y desciende de robur, que dizen los Latinos por fuerça o fortaleza" (Comentario a la Coronación de Juan de Mena, copla 46. 1552: 733-734)


Del roble nos dice Ripa que es un árbol "durísimo de constitución, gallardo, fuerte y duradero", y en similares términos se expresa acerca de la encina, "árboles muy grandes y gallardos, sólidos, densos, duros y dificilísimos de arrancar o de talarlos con el hacha", añadiendo que resisten el ímpetu de las tormentas, apareciendo como atributo de la Virtud, por su firmeza y constancia, "como lo es este árbol, que teniendo raíces muy profundas, robustísimas ramas y hojas verdeantes, cuanto más se le poda tanto más germina, prendiendo y enraizando con más vigor y fuerza. Del mismo modo, cuanto más agitado y sacudido aparece por el viento, otro tanto más crece y desarrolla sus ramas, con mayor amplitud y vitalidad", concluyendo: [...] así como la encina se resiste impasible a los furiosos ataques que le dan las tempestades, así también la Virtud se queda siempre inmóvil e impasible, frente a todos los envites de las fuerzas". (Ripa, 2002: II, 300, 427-428).
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[1] Tal como aparece en la portada de su edición griega de los Hieroglyphica de Horapolo (1556)
[2] HieroglyphicaII, "De Rhinoceronte" (1556: 21).
[3] [Marc. Epig. 9 & 22.]. Marcial, Libro de los espectáculos, 11 y 26. v. Marcial [2001: 6 y 12]
[4] [Pierius, libr. 2, ex Euche.]. v. Valeriano [1556: 21].
[5] [Num., c. 24] Números, 24, 8.